¿Qué demonios pasó ayer en México? Responder esta pregunta nos lleva a una reflexión dolorosa y cruda sobre nuestro país. Vivimos en una nación donde la clase política ha renunciado a sus responsabilidades, en el que la población es ignorante, por no decir idiota, o una palabra más fuerte, y utilizan el oportunismo para difundir miedo y promover la violencia. Somos residentes de un país en el que tenemos miedo de salir a la calle, en el que no confiamos en nuestros dirigentes, en el que estamos a la expectativa de una crisis, ya sea económica o social, y lo más denigrante, en el que no podemos confiar ni siquiera en nosotros.
La jornada de ayer se vio permeada por un miedo social pocas veces visto en nuestro país. La gente temía salir de sus casas, los negocios y comerciantes tuvieron que cerrar sus tiendas a razón del peligro de saqueo, la gente común, los supuestos “ciudadanos de pie”, que no merecen esa etiqueta por su comportamiento, incitaron a la violencia, al oportunismo, la quema de gasolineras, al daño y robo de la propiedad de sus semejantes. Y ante todo esto, el gobierno de Enrique Peña Nieto se cruzó de brazos, denotó una insensibilidad enorme ante las inquietudes y terror que siente la mayoría de la población y, para variar, regresó a uno de los hombres más ineptos de la administración pública de los últimos años a un cargo de trascendencia internacional para nuestra nación.
¿Eso es lo que somos? ¿Eso es México? Si soy crudo conmigo mismo contestaría que sí. Y esta respuesta me lleva a recordar una conversación que tuve con una chica de Alemania, la primera vez que visité Europa. Después de un dialogo de múltiples temas, ella me empezó a consultar sobre la situación de mi país y la violencia social que se vivía a causa del narcotráfico.
En un punto, se me ocurrió preguntarle “¿Tú cuando te sientes segura en tu país?”. Y ella contestó: “Cuando veo a un policía cerca”.
Aquella respuesta me sobrecogió el corazón por un hecho que es desconocido para mí como mexicano, que es la capacidad de sentirme seguro en mi país. De inmediato pensé que en México, cuando vemos a un policía caminar por la calle, en vez de sentir seguridad nos aborda el sobresalto, la inseguridad, el miedo y tratamos de no lidiar con él. Cuando tenemos que hacer un trámite gubernamental nos estresamos por lo engorroso, difícil o pesado que pueda ser éste, cuando no es otra cosa que nuestro derecho. Cuando vemos a nuestros gobernantes en televisión pensamos que somos gobernados por unos descerebrados, por unos idiotas que no tienen el más mínimo tacto para los retos sociales de este país.
Lo que más me abruma es que cuando estamos con nuestros semejantes pocas veces tenemos la capacidad de confiar en ellos. En México hay una realidad desde 1968, que pasa por 1971, 1988, 1994, toda la guerra contra el narcotráfico y el 4 de enero de 2017. El hecho que los mexicanos vivimos con miedo, no confiamos en nuestra policía, no confiamos en nuestro gobierno y, para variar, no confiamos en nosotros mismos. ¿Son el PRI y nuestra clase política los culpables de este hecho? En parte sí, pero también lo son todos los mexicanos que el día de ayer se comportaron como ladrones y oportunistas.
Todos aquellos que promueven la violencia, el miedo, la corrupción y la permanencia de este sistema político y social que existe en México. Ellos son los que generan la fórmula de nuestro país, que es la siguiente:
Ciudadanos idiotas, violentos e oportunistas + gobierno mediocre y sin sentido de responsabilidad social.
¿Qué da como resultado?
La tormenta perfecta.