Circo de tres pistas
Parece que la edad me alcanzó y diré algo que no pensé decir jamás: no quiero más de Dragon Ball ¡por favor!
Y es que después de ver el anuncio de Dragon Ball Daima en la Comic Con de Nueva York no me emocionó en lo mínimo. El poco furor que podía causarme oootro anime de Goku y sus amigos murió al verlos como niños, lo cual me hizo preguntar ¿realmente necesitamos más de las esferas del dragón?
La respuesta, y lo digo como fan, es una: no, ya basta, fue suficiente, no queremos más. Las personas que crecimos viendo a un sayayin criado en la Tierra volando en su nube voladora y peleando con cuanto monstruo pudiera para pedirle un deseo a Sheng Long ya estamos HASTA LA MADRE de él.
Y no me malentiendan. Realmente Goku es muy importante para mi infancia, pubertad, adolescencia, juventud y adultez. De verdad, disfruto ver un capítulo de Dragon Ball, Dragon Ball Z y hasta Dragon Ball GT (sí, después de ver la porquería que es Super, resulta mil veces mejor ver la parte no canónica de Kakaroto) pero no puedo soportar la intentona de vendernos una y otra vez la misma bolsa de papas reciclada y llena de aire.
No, no quiero ver a Vegeta, Bulma, Piccoro o Krilin en su versión de niños. Suficientemente vomitivo fue chutarnos el relleno de Pilaf y sus secuaces como infantes haciendo tonterías sin ningún aporte a la historia a lo largo de 131 capítulos sólo para que al final no fueran más que relleno para justificar el nombre de una serie que para mí terminó en 1997 con un ¡Adiós, Goku!
Quizá es cierta aquella afirmación que me hizo una periodista y community manager hace unos ayeres mientras me quejaba de esto: “tú no eres el público y lo nuevo de Dragon Ball no es para ti”.
Quizá también es cierto que Akira Toriyama ha encontrado una fuente de hacer dinero entre películas, mercancía y un sinfín de cosas que nos vende a occidente y que poco impacto tienen en Japón.
Simplemente las últimas cuatro películas de esta franquicia dejaron a Toei Animation poco más de 314 millones 549 mil 641 dólares a nivel mundial y ni hablar de sus juegos más vendidos que sólo entre Dragon Ball FighterZ y Dragon Ball Xenoverse 2 superaron las 10 millones de copias vendidas.
Sin duda es que han encontrado en el nieto Gohan un lugar para hacer dinero a costillas del refrito barato, fácil y chafa. Por mi parte no me queda más que augurar un posible éxito entre los nuevos consumidores del anime y el manga pero yo me quedo con el final de una parte de mi vida visual en aquel último torneo de las artes marciales donde varios dijimos “hasta siempre, Goku”.
De a Equis
Viene una época política complicada para México y por ello me verán más seguido en este espacio que no es mío, sino de un Tecolote que siempre me abraza con sus alas cuando decido volver.