Entre spots y dádivas

Circo de tres pistas

 

Por: Aldo Rafael Gutiérrez

 

 

Y bueno, empezó el diluvio de spots por parte de los partidos, rumbo a los comicios del siete de julio. Ustedes, fanáticos del radio y la televisión, se van digerir (deseo no se empachen) 11 millones 356 mil 254 spots.

 

De ese titipuchal de comerciales, el PRI tendrá el 22.4% (algo así como 2 millones 983 mil 501 de anuncios); al PAN le toca el 18.6%; PRD 13.8%; 6.1% dedicados al Verde; el PT tendrá 5.2%; Movimiento Ciudadano 4.8%; Panal 4.9% y los “menos afortunados”, dígase Morena, Partido Humanista, Encuentro Social y candidatos independientes, les tocará el 2.3% del pastel mediático, esto de acuerdo con la dirección de pautado del Instituto Nacional Electoral (INE).

 

Como se pueden dar cuenta, habrá desayuno, aperitivo, comida, cena y hasta antojos en materia de spots. Pero bueno, no escribí para recordarles (y a mí de paso) lo miserable que será la vida en estos meses si no se tiene Netflix, o ya de perdida Dish.

 

De lo que vengo a hablarles tiene que ver con el contenido de los mensajes. Y sí, no es novedad que muestren anuncios de “denuncia” sobre determinados relojes de funcionarios o los viajes del presidente, eso tiene nombre y apellido. No, lo que a mí me interesa es hablar del discurso que tratan de mostrar algunos partidos.

 

De plano esa gente cree que los habitantes de este país somos una bola de sombrerudos analfabetos, incapaces de discernir sobre nada. Empezando por los que disque no gastan en anuncios, seguidos por aquello donde se utilizan palabras altisonantes para hacer alusión a las cualidades de las madres mexicanas, o también, para evidenciar los excesos de toda la clase política y los más cínicos, donde se habla de muertos en un sexenio cuando las entidades donde gobiernan hubo y sensibles desapariciones.

 

Desde esta grada, el gallinero si quieren, lo único palpable en esa atascada cantidad de comerciales es la falta de congruencia. Y miren que no hablo de ideología o esas cosas en las que los raros todavía creemos. Me refiero a una inconsistencia dentro de su mensaje y el reiterado uso del lugar común para “convencer” a los votantes.

 

Creen que con decir “es una chingadera”, “se rompe la madre” o “a huevo” mostrarán su apertura en este milenio cuando sus estructuras mantienen prácticas arcaicas como la compra y condicionamiento de votos. Y no sólo el tricolor lo hace: el verde y sus tarjetas, el PRD con depensas y hasta Morena (que no me sorprende del todo) pues anda dando 200 varos. Así mantienen la creencia cuasi dogmática de la repartición de migajas.

 

Definitivamente se nos sigue viendo la cara de pendejos, y aunque el sistema democrático impartido desde la partidocracia tiene más vicios que Oceanía, la realidad es que los únicos responsables somos NOSOTROS. Así es, para todos hay lugar en ese costal de estiércol.

 

Cuántos no andan esperando al candidato para ver si alcanzan las limosnas. Claro, ya no son centavos, pan o láminas de cartón, se modernizaron y ahora dan monederos electrónicos. Y esto lo saco porque a pesar de que pareciera que ya me fui por otro lado, lo cierto es que no.

 

Los mensajes son los mismos, porque seguimos conformándonos con lo mismo, la diferencia radica en el led de sus pantallas touch y la banda magnética de sus tarjetas.

 

Es necesario cambiar a los políticos, de eso no hay duda, pero necesitamos dejar de lado las actitudes que nos tienen atados a un pasado que está soldando a nuestra médula. Para nombrarlas ya habrá tiempo, por lo pronto, busquen otro canal donde no escuchen y vean tanta cosa mal hecha.

 

Así las cosas y ya nos estaremos leyendo el próximo martes, si el internet lo permite.

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