Especial #8M | El futuro es feminista

El futuro es feminista. Los monumentos que nos dieron libertad son también los que representan la opresión. Ningún ladrillo vale más que una vida. Foto: Jenifer Nava.

Deconstruirse no es fácil. No importa de dónde vengamos, no importa nuestra edad, no importa nuestro nivel socioeconómico. Deconstruirse no es fácil, en especial cuando los medios y la gente parecen hacer todo para evitar que eso suceda.

Este 8 de marzo fue la primera vez que atendí a una marcha, tal vez porque estando en una ciudad más pequeña como Mérida me sentí más segura, tal vez porque iba en compañía de la mujer más fuerte que conozco, tal vez porque después de varios años decidí quitarme el miedo y la pena de alzar la voz, tal vez fue porque hay fuerza en números. O tal vez fueron todas las anteriores. Sea lo que fuere, fue este año que decidí que ir era lo más importante que podía hacer, y me alegro de que así haya sido.

Aún con el sol de las diez de la mañana brillando, sin ninguna sombra y rodeada de cientos, sino es que miles de mujeres, me encontré a mí misma caminando en la avenida principal de la ciudad, escuchando historias y gritando consignas a todo pulmón, y me sorprendí de la facilidad con la que podía respirar. Usualmente los lugares con muchas personas y el calor hacen que me agobie y sienta que no me entra aire a los pulmones, pero ese domingo sucedió lo contrario, fue como si estar lado a lado con esas mujeres me diera oxígeno en lugar de quitármelo, le dieran fuerza a mi voz, sincronizaran nuestros latidos al sonido de sus tambores. La calle se pintó de morado y nuestros espíritus también.

Y luego vino el 9M, el silencio después de la tormenta, la calma, el contraste que hacía falta después de dejarlo todo en las calles, el “hay otras maneras de protestar”, el vacío en el país, los tintes de morado, la catarsis interior, la reflexión. El entendimiento interno y la aceptación de que una vez que abrimos los ojos a la realidad del mundo a nuestro alrededor es imposible volverlos a cerrar.

Antes solía ser de las mujeres que criticaban las marchas, los grafitis y a aquellas que salen a las calles con el pecho descubierto. Juzgaba una lucha desde mi privilegio, sin darme cuenta de que estaban alzando la voz por mí, aun cuando yo no lo entendía, aun cuando yo las criticaba. Pero una vez que me quité la venda de los ojos, cuando me decidí a romper con esas partes de mí que me imposibilitaban entender, cuando finalmente las noticias diarias tuvieron tanto peso en mi esperanza que la rompieron y tuve que encontrar la fuerza de levantar los pedazos, fue ahí, fue en ese momento que lo entendí todo.

Esta lucha nos corresponde y nos afecta a todas. Si nosotras no alzamos la voz, nadie lo hará por nosotras. No es nuestra responsabilidad educar a los que nos rodean, pero sí lo es no callar ante la ignorancia. El futuro es feminista. Los monumentos que alguna vez nos dieron libertad son también los que representan la opresión. Ningún ladrillo vale más que una vida. Si la ley no da respuestas, tenemos el derecho a exigirlas bajo cualquier método posible.

Y la lección más importante que aprendí es que el mundo no está preparado para ver que la sociedad se une, no está preparado para que dejemos de luchar entre nosotros y hará lo que pueda para evitarlo. Y por eso, aunque deconstruirse no es fácil, es necesario. Es vital. Es la única manera de avanzar como sociedad.


#8M: Permiso para parar


 

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    By: Alessandra Vargas Cota

    Nació el 7 de Julio de 1989 en la Ciudad de México en una familia de artistas, bailarines, cantantes y escritores. Desde muy pequeña demostró pasión por los deportes, la palabra escrita y las artes teatrales, durante su carrera escolar participó en distintos torneos interescolares y nacionales, obras de teatro, en concursos de declamación, modelos de naciones unidas y concursos de oratoria con discursos de su autoría con los cuales llegó a ser finalista; al igual que con la palabra escrita, a lo largo de su vida ha desarrollado un gusto por los idiomas, la traducción y la interpretación.
    Actualmente reside en la ciudad de Mérida, Yucatán, donde trabaja como Interprete Médico bilingüe y como maestra particular de inglés.

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    Miles de mujeres pintan Mérida de morado este 8M
    Mi último deseo
    No es tarea fácil
    Es solo para ti
    A las 2 de la mañana

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