Fernanda Melchor y su “Temporada de huracanes”

“Temporada de Huracanes” es uno de los libros del año. La segunda novela de Fernanda Melchor (Veracruz, 1982), ha sido aclamada por los lectores y causado revuelo entre la crítica.

Al grito de “¡Por Fin!”, el escritor Antonio Ortuño, uno de los más respetados y apreciados autores de México, externó su admiración por esta  novela, en la que la veracruzana nos deslumbra con un estilo ágil, conciso y sucio (en el mejor sentido de las palabra), que ha traído aires refrescantes a la literatura nacional.

Óscar Alarcón entrevistó a la autora y comparte con El Tecolote, esta entrevista sobre su obra y su nuevo libro.


Consulta la entrevista original aquí: Entrevista a Fernanda Melchor.


Óscar Alarcón. En una entrevista anterior, recuerdo que me comentaste que la crónica “La Casa del Estero” de Aquí no es Miami, te estaba dando para escribir una novela. ¿Era Temporada de Huracanes?

Fernanda Melchor. No. Con ese ambiente, tenía pensando hacer un libro con cuatro novelas, a la manera de Different Seasons de Stephen King. Sacó otro libro hace poco que se titula Full dark, no stars, que también son cuatro historias muy oscuras pero no tienen relación una con otra. Yo quería hacer algo así y que la relación estuviera en que ocurrieron en el mismo lugar.

Esta historia empezó como una de esas historias pero creció hasta ser una novela por sí misma. Ya no me vi haciéndola cortita y metiendo otras. Creció a su manera y se convirtió en esto.

ÓA. Como lector transitamos por Temporada de Huracanes y se nota que es una polifonía, es la voz popular, ¿qué tanto nos nutrimos de estas voces?

FM. Bueno, ya sabes que Rulfo es un referente. Para llegar al narrador de esa novela pienso en Se está haciendo tarde de José Agustín, que me gustó muchísimo. Que tiene este narrador que anda viendo todo pero al mismo tiempo entra en cada personaje, en unos más que en otros. Ahora que releí esa novela –la releí antes de escribir Temporada de Huracanes– siempre tuve la impresión de que el personaje protagonista es Rafael, que es el que lee las cartas y el que tiene todo el malviaje, pero si te pones a ver en realidad el narrador –que es omnisciente– es el que pasa más tiempo con él en sus momentos interiores. Pero la novela empieza contando la historia de Virgilio; si te fijas, el protagonista es Virgilio; incluso a Gladys, a Paulhan y a Francine, la gringa loca, de alguna manera se les mete. A mí me gusta mucho esa forma de trabajar.

Pienso también en Armando Ramírez, en Noche de Califas, las crónicas de Tepito, que también están contadas como un chisme. De hecho, Chin Chin el teporocho es una confesión: es este chavo que encuentra al teporocho y le empieza a contar su historia. Y Noche de Califas es la historia de un chavo que se vuelve periodista pero antes se juntaba mucho con unos chichifos, con unos padrotes, y es la historia que él cuenta. Está contándotela. Siempre son tonos muy confesionales. Y creo que la literatura mexicana abreva muchísimo.

ÓA. Ahora que mencionas a Armando Ramírez, recuerdo mucho Violación en Polanco…

FM. Esa novela es un poco más extraña porque es lo que ocurre en el cine, lo que ocurre en el camión y siempre hay alguien viéndolos, que es el cuate que es Armando Ramírez o un escritor que vuelve con ellos y recuerda lo que pasaba en el cine. Siempre hay una especie de diálogo.

Me interesaba sobre todo jugar con esa forma, ver cuáles son las estrategias que usa el chisme para mantener el interés de los lectores y emplearlo de una forma distinta. Obviamente no es lo mismo. La novela es algo que se alarga por muchísimas páginas. Y un chisme sería imposible de contar.

ÓA. No quise utilizar la palabra “chisme” porque generalmente se usa en tono despectivo, no podría decir “tu novela es un chisme” pero tu novela se vale del recurso del chisme.

FM. Sí, se vale de estos recursos. Digamos que las formas verbales de conversación también lo utilizan. Son variadas. Se trata de involucrar al lector a través de la emoción y de la dosificación de la tensión para crear en él la sensación de que te lo están contando. Tú te involucras emocionalmente, aunque no te ocurre a ti, te involucras por la forma en la que te lo cuentan por la tensión.

Creo que una novela que está bien escrita, tiene esta forma. Igual y aquí el uso del habla popular es la que lo acentúa más.

ÓA. Y en la escritura no puede tener fallas de estructura, que en el chisme sí se pueden cambiar.

FM. Son distintos. Cuando tú platicas algo es distinto: tienes cacofonías, interrumpes la narración, haces digresiones, haces flash backs para contar antecedentes. Es usar esas estrategias pero de una forma menos espontánea, como el chisme. Aunque si te pones a pensar, el chisme no es para nada espontáneo. Quien sabe contar una buena historia, ya la contó muchas veces y ya sabe en dónde detenerse, qué puntos explotar, ya sabe qué debe de contar con un estilo de diálogo indirecto.

Por ejemplo, mi ex marido, Jorge Guevara, sale mucho en mi libro Aquí no es Miami, porque él me contó muchas de estas historias. Y lo cuento en “La Casa del Estero”, él tenía una manera muy peculiar de contar sus cosas: era muy literario a pesar de su realidad. Todo era muy intuitivo. Creo que le aprendí mucho a él en ese sentido.

En el caso de “La Casa del Estero” aprovechaba los elementos de la literatura de terror. Si de por sí toda novela debe de tener una tensión, la novela de terror, la novela de intrigas y la novela de suspenso, exacerban estas sensaciones. Te da hasta ansiedad: quieres saber qué va a pasar… o no quieres saber qué va a pasar. Juega con esa misma tensión.

ÓA. Te preguntaba al inicio por “La Casa del Estero” porque en Temporada de Huracanes aparece la casa de la Bruja, que se convierte en una especie de recinto mágico, un recinto secreto, prácticamente inviolable, ¿qué sucede con estos lugares que se vuelven lugares de memoria, qué tanto te interesa conocer este tipo de lugares?

FM. Yo juego con la imagen y con los elementos estéticos de este tipo de casas. Por ejemplo, la casa de la Bruja era una casa en obra negra. La Casa del Diablo también estaba en obra negra. Era una casa incompleta. ¿Cuántas veces hemos pasado por una casa que lleva años en construcción y que pensamos que es algo tenebroso?

Aunque en realidad nunca me interesó hablar de lugares verdaderos. Lo que quería era jugar con el carácter impenetrable de la casa, con lo maldito, con lo misterioso. Lo que sucede al interior de la casa es sórdido pero al final es banal, no hay brujería. A lo mejor estoy espoileando la historia pero en realidad no importa. Yo quería generar esta tensión de qué chingados pasa en esa casa, las orgías deben de ser la cosa más impactante y satánica del mundo… y al final lo que sucede en la casa es que son pedas y karaoke. Finalmente es hasta la parte de Brando cuando se empieza a rebelar todo esto.

La Bruja Chica ni siquiera es bruja, es alguien que le tocó tener ese destino, tener ese papel. Forma parte de su identidad hacia afuera. Dudo mucho de que en realidad se sienta con esos poderes. Más bien creo que es algo de lo que se aprovecha. Es un juego de las apariencias. Comienza hablando de los mitos que representa la bruja, de lo que ocurre alrededor de ella para ir desenmascarando lo que significa para muchas personas: lo que la Bruja representa para las primas de Luismi, lo que significa para Norma, lo que significa para el Munra. Desmitificarla. Hasta que resulta que es una pobre persona que le tocó una vida desgraciada.

ÓA. ¿Por qué es importante contar una novela como Temporada de Huracanes cuando ya nos dijiste que no se trata de una novela de misterio sino de la vida cotidiana?

FM. Yo quería jugar. Había leído muchos cuentos de hadas, y quería jugar con las estrategias de los cuentos de hadas. En el fondo quería reflexionar en el feminicidio y en cómo muchas veces este tipo de crímenes se recubren, y se dice “¿por qué la mataron? Ah porque andaba sola, vestida de tal manera, porque tomaba, estaba loca, le gustaba la mala vida”, entonces al final de cuentas son mitologías que la gente se inventa pero no sabemos qué es lo que desencadena un crimen.

En este caso quería reflexionar sobre qué hay más allá del “la mató porque le estaba haciendo brujería”. Y si sí, qué significa para las personas. Pero no estoy muy segura de que cuando pienso en escribir una novela diga: “ah esta novela va a reflexionar sobre este tema”, en realidad pienso en términos de personajes. Antes de pensar en “voy a hacer una historia de un feminicidio”, pienso en “ah quiero hacer una historia que matan… ¿por qué? Se irá descubriendo poco a poco”.

Su anterior novela, “Aquí no es Miami”.

ÓA. ¿Por qué matan a las mujeres en México?

FM. Hay muchos factores: la violencia machista en general. La gente piensa en el término “feminicidio” y conozco mucha gente que ha dicho “ese término está mal y no debería existir porque cada vez que maten a una mujer es un feminicidio”. La cuestión del feminicidio es cuando te matan por el hecho de ser mujer, cuando te matan porque creen que eres propiedad de alguien. O que alguien piense que matarte no va a tener gran consecuencia. Que es lo que sucede en el estudio del acoso sexual en el Metro: 90% de las personas tienen trabajo, tienen pareja y lo hacen conscientemente –no estaban ni borrachos ni drogados– porque saben que no les va a pasar nada.

Todo el tiempo hay momentos de misoginia. Las mismas mujeres a veces no están contentas de ser mujeres. Sienten que hay una condición de inferioridad por el hecho de ser mujeres. Muchas lo sienten y deben de rebelarse. Viven una vida al margen de la sociedad porque no empatan con el estereotipo de ser mujeres. Era algo que me interesaba hablar en la novela. No me interesaba tanto reflejar una realidad sino ponerlo en escena, dramáticamente, qué sale de eso.

ÓA. Y en Temporada de Huracanes se mencionan los asesinatos de los travestis, que si bien los feminicidios a veces se ocultan, los asesinatos de los travestis son más oscuros.

FM. Creo que todavía es peor. Los transexuales femeninos son mujeres porque lo eligen. Es peor. Creo que un macho bruto dice “son mujeres, son inferiores. Los hombres somos los chingones pero el transexual es peor: porque lo elige, quiere ser mujer, debe de haber algo peor en él”, quizá por eso mucha gente piense que por eso merece un trato peor incluso que las mujeres.

Creo que toda fobia es una especie de filia oculta. Las personas que son intensamente homofóbicas es porque le temen a sus propios impulsos sexuales, y les angustian tanto que la única manera de resolverlos es siendo violentos con las personas homosexuales.

ÓA. ¿Es parte de la cultura del centro o está en todo el país? ¿Qué pasa con los muxes en Oaxaca que son respetados?

FM. Está en todo el país… Y en el caso de los muxes es contradictorio porque tienes que asumir el rol como mujer. Naces hombre y el género que desempeñas es mujer pero no tienes la libertad de casarte siendo muxe. No puedes casarte porque tu función es la de quedarte a cuidar a tus papás y organizar fiestas. Siendo muxe no puedes vestirte de hombre, “¡eres muxe y te vistes de vieja!” y sufren una serie de represiones por ser mujeres.

No domino del todo el tema pero tengo la impresión de que la cultura es igual de machista porque además hay una partición de los roles: porque tú eres muxe, tú te quedas a cuidar a los papás y porque tú eres muxe, tú eres el que peina, el que arregla y dedicarte a estas cosas. Porque aunque naciste varón, eres mujer. Y perteneces al género femenino. La división rígida del género se reproduce: estás obligado a vestirte de mujer y a tener todos los patrones de comportamiento femenino.

Tengo que estudiar más del tema. Supongo que debe tener muchos beneficios siendo muxe, como no estar obligado a casarte debe ser interesante. No veo muchas libertades. Ser Queer por ejemplo. Dejarte la barba y vestirte de mujer. O que a las mujeres se les permita eso siendo hombres.

En Alvarado, Veracruz, cerca de octubre hacen una fiesta que se llama “el encierro de burros”, y todos los hombres del pueblo se visten de mujeres y salen a desfilar en burros. Es una cosa que viene de la Colonia: los mulatos se burlaban de los españoles, hacían sus cabalgatas con burros, vestidos de mujeres. Se visten de mujeres pero a la gente gay no se le permite, vestirse de mujer sólo es para hombres. Y las mujeres no pueden vestirse de hombres ese día. Es una mofa. No se visten de mujer para liberar algo dentro, del todo. Si te portas muy joto hay un castigo social: “no, compadre, se está pasando de joto” y a las mujeres no se les permite hacerlo.

Pueden ser rasgos culturales trasgresores pero en el fondo no lo son. En el fondo asumen las diferencias de los sexos como las diferencias de los géneros.


Consulta la entrevista original aquí: Entrevista a Fernanda Melchor.


 

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