Por Daniela Esquivel
Fury narra la historia del sargento Wardaddy (Brad Pitt), una tripulación de cinco hombres y un tanque de guerra, homónimo del título del filme. La trama se desarrolla en las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial, antes de la caída del imperio nazi.
Dirigida y escrita por David Ayer, la película se enfoca en la contradicción de un sargento calado por la guerra y un recluta (Logan Leerman) sin ningún tipo de consciencia acerca de la crueldad del campo de batalla. Al mismo tiempo que los soldados van entrando a Berlín, los tripulantes del tanque de guerra forman lazos familiares que al final los llevarán a experimentar conflictos con su propia humanidad.
Fury está bien lograda y cuenta con los elementos tanto estilísticos como narrativos para cumplir su objetivo: entretener y mostrar –por enésima vez- las formas en las que la guerras logran quebrar cualquier espíritu, perturbándolo a tal punto que una vida después es casi imposible. Pero al igual que todos los filmes bélicos de producción americana, su finalidad está en resaltar y enaltecer la –corta- presencia del ejercito estadounidense como “liberador”, “guerrero” y “salvador” en terrenos remotos.
Sobre todo en terrenos que atentan contra su propia supremacía e intereses político-económicos mundiales. En toda película de este corte siempre hay una parte importante que se deja en el olvido: la tardía entrada de Estados Unidos a la guerra y la peligrosa sombra del ejército ruso sobre Europa.
Fury (Corazones de Acero)
Año 2014
País Estados Unidos
Director David Ayer
Guión David Ayer
Fotografía Roman Vasyanov