Felipe Montiel Sánchez cursaba el sexto semestre en la Preparatoria 9 de la UNAM cuando descubrió una materia que lo cautivó por el nombre: Higiene Mental. No pudo cursarla por la incompatibilidad de horarios, pero ese par de palabras quedarían alojadas en su cabeza. Años después, esas 13 letras titularían el proyecto musical más importante de su vida.
Al ‘Tripas’, Higiene Mental le sonaba psicológico, como un tintineo que lo llamaba a dar el paso que tanto buscaba en la música. Sin embargo, le faltaba un cómplice, alguien en quien confiar y que fuera capaz de entender su visión artística, pues, relata, no iba a dejar su música en manos de cualquiera.
Entonces recordó a uno de sus amigos de la preparatoria, aquel con el que mayor identificación musical sentía. Era 2015, cuando Felipe le dijo a Edgar Winter: graba las baterías de mi demo. Él aceptó. Se llevó el disco a su casa y comenzó a escucharlo una y otra vez.
Tuve dos impresiones, cuenta, la primera que las canciones estaban “chuecas” en cuanto al bit, al tempo y al pulso. Era un problema técnico porque Felipe las grabó solo en su casa y al mezclarlas quedaron desproporcionadas.
Su segunda impresión se basó en la versatilidad de las canciones, tenían varios ritmos y armonías; eran capaces de ser agresivas pero a la vez aportar un elemento suave y amable para los oídos. El demo quedó listo e Higiene Mental, con él.
Complicidad musical trasformada en amistad
La hermana de Felipe fue el lazo que los unió. Tras conocerse, las pláticas devinieron en los gustos musicales; entonces identificaron que había bandas y tipos de música afines entre ambos. Esa naciente complicidad derivó en la invitación de Felipe a “armar algo juntos”.
‘Tripas’ Montiel define a Winter como un niño eterno porque no ha perdido su capacidad imaginativa y de creación, parte esencial de un músico. Quizá por ello confía tanto en él, quizá por eso decidió invitarlo a su aventura musical.
Por su parte, Winter ve a Felipe como un cantautor “hecho, derecho y completo”. Aunque lo que más ha solidificado su relación es la hiperactividad, creatividad y odio que ambos comparten.
En esos vaivenes recuerdan: nosotros teníamos que hacer una banda más allá del punk porque no cagan muchas cosas, pero lo que siempre encontrarás será honestidad y eso, apuntan, trasciende lo musical.
La música como vehículo de expresión y camino de vida
Felipe tenía siete años cuando su tío Emilio le ponía ‘Di Provenza il mar, il soul’ del barítono ruso Dmitri Hvorostovsky. La primera vez que la escuchó quedó encantado por la carga sentimental del tema. Desde entonces, el gusanito de la música se alojó en su interior.
Sin embargo, de los 8 a los 11 años se negó a aprender a tocar la guitarra, pese a los esfuerzos de su papá por enseñarle. “Mi papá me decía: mira el círculo de sol, pero no hacía caso”.
El cambio llegó cuando descubrió el canal de videos del sistema de televisión por cable. Ahí conoció a Korn, Limp Bizkit y uno de los temas icónicos de Nirvana: The man who sold the world. El momento había llegado: “yo quiero aprender a tocar la guitarra para ser como ellos, que son diferentes, alternativos”.
Por su parte, Edgar Winter lleva la música tatuada no sólo en la sangre, también en el nombre. Desde niño, la batería se convirtió en su instrumento. A los 12 años formó su primera banda de rock clásico, tocaban covers. Tiempo después, al salir de la preparatoria, se convenció de la música como su camino de vida y entró a estudiar en el Instituto Nacional de Bellas Artes y después en la Escuela de Música de la UNAM.
Sin pretensiones, Felipe afirma que sólo en la música existe, “no sé hacer otra cosa”. Además de Higiene Mental, toca el teclado en un grupo versátil y hace musicalizaciones y efectos. Su mundo está ligado a la música. De broma, Winter sentencia que podría haber sido pintor o bombero, pero la música se convirtió en su alimento, su decisión de vida.
La trova podrida, de la porquería a la honestidad
La trova cruzó por sus vidas en la época preparatoriana. Esperaban escuchar mensajes combativos, altaneros, de resentimiento social, pero hallaron canciones de amor y, hasta cierto punto, alejadas del principio que consideran honesto de este género musical.
Entonces, decidieron dar origen a la trova podrida. A pesar del nombre, en ella se encuentra una aspiración, el deseo de alcanzar la honestidad, la parte más pura y libertaria de los humanos. Por ello no reniegan que para conseguirlo, las personas tengamos que pasar por la porquería, esperanzados en alcanzar la libertad de decisión, el espacio donde no existan cadenas y la honestidad sea la única bandera.
El Eterno Insomnio de Higiene Mental
Compuesto de siete canciones, el primer EP de esta novel banda se presenta el 1 de abril en la Casa de Cultura San Rafael. El evento es gratuito y “una alternativa a Björk, porque a ella ya la vieron muchas veces y esto, lo nuestro, es el futuro”.
La presentación estará aderezada por la autenticidad en los ritmos de Lullaby, Los 3 Estadios y Rakün.
En Eterno Insomnio se materializan los años de vida que los integrantes de Higiene Mental llevan en la tierra. Las canciones son una muestra de las aventuras que ambos han tenido en la “porquería, la esperanza y honestidad’ de la existencia humana. Son el comienzo de la trova podrida, de su camino por la música.