Yo por eso huyo. Porque las raíces
atan manos y pies, truncan bondad.
Así no creo más que en tu maldad
que me llevó de pie a caer de bruces.
En esto creo, nada de felices
futuros; promesas. Serenidad,
tranquila atengo mi calamidad.
Huyo homogénea; no quiero raíces.
Yo no siempre fui inmóvil y liviana,
pero ahora creo en tardes nubladas,
en la impermanencia y en la desgana.
Huyo, porque en este bosque sin hadas
no soy única de raíces huérfana.
Y hasta las memorias están cansadas.
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