Un viento frío recorría el cielo de la Ciudad de México. La luna coqueteaba con las nubes en una danza que anticipaba la magia que había de posarse sobre el Lunario del Auditorio Nacional. El momento de zarpar a Inmalandia había llegado.
Adentro, la expectativa aumentaba. El susurro sucumbió cuando Inma Serrano apareció en el escenario. Provista de su guitarra, invitó a los asistentes a sumarse en un viaje íntimo, provocador y bohemio.
Las luces cedieron. El silencio fue roto cuando los primeros acordes de “Si me provocas” llenaron los oídos de sus espectadores. Era el momento de “perder la razón”.
De pronto, cuando su voz se fusionó con el grupo de músicos que la acompañaron, un fondo azul convirtió el escenario en mar. Ella era la capitana de este viaje por su historia musical, por sus recuerdos y aquello que lo cura todo: el amor.
Los aplausos estallaron. Inma sonrió, agradeció y pidió que los asistentes pensaran en su más grande deseo. Pero si aquello que la gente deseaba no se cumplía, ella volvería al Lunario a cantar, nuevamente, “La ola”.
Y la gente viajó por la playa en busca de aquella ola que les diría “tú pide, ven, lo que quieras; yo te lo convertiré”. Aplausos, susurros, deseos de continuar sobre las tierras confeccionadas por la cantautora española.
Después llegó “Cantos de sirena” para prolongar el viaje. Entonces, Inma miró a la gente, despacio, como si quisiera que el tiempo no pasara y la bohemia fuera más duradera. Tras esta canción arribó “La Renuncia”.
Minutos después, Love Kills abrió la ronda de invitados, entre los que se encontraron Diana Vanoni, Ramón Ruiz, Manuel Alcocer, Gabriela Serralde y Vivir Quintana, Anne Yvker y Thaliszmente.
La noche continúo a través de un recorrido por las canciones que integran sus ocho producciones discográficas. En la intimidad que sólo el Lunario puede dar, Inma dio fin a su concierto con “Te echo de menos”, “Soy Capaz” y “El hombre sentado al piano”.
El viaje llegaba a su fin, mientras, afuera, la luna ansiaba el regreso de Inma Serrano, esperando que le cumpliera su más íntimo deseo.