Babel sigue en nosotros,
no fuimos hechos para entendernos,
lengua en el origen, nombres en el credo,
la boca es el nido, la palabra… ave tan extraña,
el halago se alimenta,
la verdad siempre se enjaula.
La ambición de ser comprendido,
el engaño en ser escuchados,
hablada o escrita, el discurso es la carnada
que se endulza para entrar al oído,
la entraña del rezo y en la voz, la mirada.
El adjetivo se cuelga del labio,
hacer enfadar a Dios,
enfadarse porque Dios existe,
porque escucha desde allá arriba
lo que el diablo pronuncia aquí abajo,
injuria, ruego y acertijo,
de la lengua nace el padre
y en la interpretación muere el hijo.
Babel está gestando en mí,
nueve vocablos y volveremos a perdernos,
recitar la tierra y censurar el cielo.
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