Definitivamente, desde la masificación de internet hemos tenido acceso a trillones de terabytes. Contenido mega diverso que puede ser de interés, relevante, pero que también puede ser muy vacío, sin mensajes o propuestas de trascendencia colectiva, de mero entretenimiento para acabar pronto. En ese universo virtual se encuentran los videoblogueros, una ‘especie’ de internautas conocidos por acumular varios miles de visitas tras publicar videos divertidos y que, con el paso del tiempo, se convierten en esos entes llamados “influencers” creados con cierta malicia comercial por el marketing.
Desde la aparición del ‘Anticristo 2007’ en Youtube hasta Chumel Torres, decenas de jóvenes (y algunos no tanto) han buscado esta plataforma para dar a conocer sus opiniones sobre varios temas. Algunas muy concienzudas y otras no tanto, cabe señalar. Ahora Facebook e incluso Scorp hacen lo propio y abren la puerta a millenials para que digan y transmitan lo que sea, incluso suicidios. Entre esos ‘botones’ que brotaron de estas redes sociales apareció Mars Aguirre, una joven de Mexicali, Baja California de 16 años nacida el 27 de septiembre quien suele “hacer pendejadas frente a la cámara y hacerte reír ocasionalmente”.
Su fama no la alcanzó por grabar ocasionalmente lo que dice su descripción de su perfil, sino porque aparentemente dejó la escuela en el tercer cuatrimestre de la preparatoria y lo expresó entre sus seguidores. Su video subido la mañana del 22 de marzo ha alcanzado hasta hoy alrededor de 6.4 millones de reproducciones y logró una ola de memes y miles de comentarios furiosos en su contra. Sin embargo, lo que hizo (criticable o no) toca dos puntos importantes que han sido objeto de análisis de esta intermitente columna: la educación en México y la falta de oportunidades que enfrentan los millenials.
El modelo educativo actual ha demostrado que no es apto para las exigencias globales contemporáneas, pues, como ya se ha dicho anteriormente, no permite explotar las habilidades y aptitudes de niños y jóvenes, situación que a la larga se ve reflejada de diferentes maneras, visto en la frustración al momento de buscar empleo. Esto ha permitido que muchos chavos dejen sus estudios bajo los argumentos de que nunca aplicarán lo aprendido, situación que no es falsa, pues muchos comunicólogos (rama que estudié y ejerzo) no aplican fórmulas químicas o el álgebra básica.
La linealidad de la educación mexicana ha creado “idiotas útiles” incapaces de reflexionar sobre su propio entorno, condenados a repetir los errores del pasado y a no tomar en serio el papel que ejercen dentro de la sociedad. Ese esquema ha caducado desde hace tiempo, pero no es hasta hace poco que mostró su falta de viabilidad, pues los jóvenes nacidos del 90 al 2000 son renuentes a seguirlo, situación que los hace ver como personas indiferenes, rebeldes, consumistas y con muy poco sentido de la resposabilidad.
Bajo ese tenor y con la popularización de las redes sociales y los teléfonos inteligentes, estos ciudadanos demuestran (intensionalmente o no) que los esquemas de aprendizaje no son los correctos y que las oportunidades no son suficientes, mas sí, muy deficientes. Año con año leemos que alrededor del 90 por ciento de jóvenes aspirantes a estudiar en universidades públicas son rechazados, en buena medida, por una falta de preparación académica, y en otra, porque el modelo social dicta que para ser alguien deben tener una carrera y por lo tanto tienen que buscar un lugar que probablemente no quieran.
Sin embargo, nadie se pregunta qué pasa con esos que sí concluyeron y que están desempleados, mal pagados o bajo esquemas de trabajo trampozos ante la ley que no cubren sus necesidades básicas. Tal vez si a los jóvenes se les encaminara con otras normas que les permitiera ser tomados en cuenta, se sentirían arropados para continuar con sus estudios y alcanzar sus sueños.
Quizá si eso pasara no hablaríamos de los 75 mil chavos reportados por grupo Cauce Ciudadano que fueron reclutados por el narco; de los 7 de cada 100 embarazos que son entre adolescentes, según el Inegi; de la violencia creciente, de la frustración constante. Probablemente no hablaríamos de Mars porque probablemente su mayor aspiración no sería convertirse en videobloguera, actividad a la que por cierto, muchos se quieren dedicar pues es la única forma en la que se consideran escuchados.
De a tuit
Humberto Moreira, visto por Forbes como uno de los 10 mexicanos más corruptos, busca a ser diputado ¿qué tanto deberá para que quiera fuero?