Sé muy bien que a estas horas ya estamos en otros cielos,
alineados con otras constelaciones
y que la probabilidad de encontrarnos
es la misma que tiene Velvet de chocar con Halley.
Pero no llores
¡te apagas! no llores…
Pese a la imposibilidad física de hallarnos nos quedan otras opciones.
Quedan los ecos de nuestras risas rebotando en las paredes. Las sombras que se quedaron en tu cuarto besándose.
Los poemas que te dije y los que tú callaste. Y uno que otro recuerdo alegre,
que se abre paso por la ventana de la memoria, dispuesto a dibujar una curva hacia abajo en tu boca.
Sumado a esto, aún nos queda una cita pendiente para cuando la vida ya poco nos preocupe.
Allá arriba, en el zaguán de las nubes.
¿Bailamos?
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