El amor… ¿todo lo soporta?

el amor todo lo soporta
Foto: Pixabay, StockSnap.

El sábado fui a una boda de iglesia católica. El hecho es digno de mencionar porque hacía años que no me invitaban a una. Como considero que es un gesto de agradecimiento y acompañamiento ir a la ceremonia religiosa, en respeto de los creyentes, sin importar que yo no crea, ahí estuve. 

Ya he dejado en claro en varias ocasiones que llevo mucho tiempo alejada de la religión, pero sí quiero compartir que tanto el sermón como las lecturas de la Biblia que formaron parte de esa boda —que muy probablemente son las mismas o muy similares en todas las ceremonias religiosas católicas de matrimonio— me volvieron a convencer de mi alejamiento, de las cosas que no me cuadran.

En algún punto se leyó una parte del libro de Corintios 13:4-8, que cito aquí:

“El amor es paciente; el amor es bondadoso; el amor no es envidioso ni jactancioso ni arrogante ni grosero. No insiste en su propio camino; no es irritable ni resentido; no se alegra del mal, sino que se alegra de la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no tiene fin.”

Casi cada frase me parece cuestionable en distintos niveles. Sí, el amor es paciente, pero hay situaciones que no se tienen por qué tolerar y la paciencia está al otro lado de una delgadísima línea del abuso. Es bondadoso, pero ¿qué pasa si la bondad es unidireccional? El amor no es envidioso, en realidad no me queda muy claro a qué se refiere esto. De acuerdo: ni jactancioso ni arrogante ni grosero. ¿No insiste en su propio camino? No me convence, porque a veces por apegarse al camino ajeno se corre el riesgo de perderse uno mismo. ¿No es irritable ni resentido? Híjole, ¿no son humanos entonces? No se alegra del mal, sino que se alegra de la verdad: sin comentarios en este momento, porque meternos en asuntos como el mal y la verdad da para más de lo que podría sintetizar aquí.

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Me hace mucho cortocircuito sobre todo la parte final, la que dice que el amor todo lo soporta. Creo que justamente por esta creencia han pasado años y años de matrimonios terribles e infelices que aguantan cosas espantosas en nombre del amor, porque se les ha enseñado que nada hay más grande ni más fuerte que el amor. Y sinceramente esto no me parece que sea cierto. 

Con el tiempo yo me he dado cuenta de que el amor no es suficiente para sostener un matrimonio, de hecho, no es para nada lo más importante. Puede existir mucho amor, pero eso no quiere decir que las personas tengan que aguantar, por ejemplo, una infidelidad, una falta de respeto, una humillación, una golpiza. Considero que es mejor privilegiar otras cosas y tratar de colocarlas como pilares: el respeto, la comunicación, el establecimiento de acuerdos, la honestidad, el compromiso con las palabras pronunciadas. También pienso que hemos usado tanto las palabras “te amo” que ya están muy manoseadas, tan utilizadas que han perdido su significado. Y me parece muy peligroso que palabras con tanta carga, sobre algo que es muy grande y supuestamente fundacional de las relaciones de pareja, se digan como se dice: “hasta mañana”. 

No soy ninguna experta, llevé muchos años en escuela católica echándome montones de misas con el mínimo pretexto, comulgando y rezando diario sin realmente conectarme con una deidad, a pesar de eso me falta entender mil cosas. Es un hecho que nunca llevé estudios profesionales de la Biblia, más allá de los fragmentos aislados más recurridos en las primeras y segundas lecturas de las eucaristías. Sin embargo, es evidente que algo no me convence, algo me “choca”, hay un anacronismo enorme en lo que se lee en la Biblia frente a lo que se vive actualmente, y es tal que a mí me hace muchísimo ruido. Esto hace que no deje de preguntarme lo mismo que me pregunté hace tiempo: ¿cómo sigue la gente apegada a preceptos que se instauraron hace más de dos mil años? 

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Luego de la lectura llegó el turno del sermón. Aquí también me llegaron los cuestionamientos, porque el sacerdote comenzó a preguntarles a los novios qué era para ellos el amor, y cerró con una lección de sabiduría en torno al matrimonio: cómo debe ser, qué deben hacer, qué cuidar, en dónde poner atención, etc. Varios de estos consejos están ahí rondando en el mundo, los lees en algún lado, te los dice tu mamá, el internet, la gente que ha hecho estudios importantes sobre las relaciones humanas. Sin embargo, no dejo de preguntarme por la farsa y la incoherencia. ¿Qué hace un padrecito dando consejos de matrimonio cuando él nunca ha tenido uno? ¿Cómo un señor que jamás se ha casado va a ser capaz de aleccionar sobre los enredados vericuetos, ya no digamos de la vida matrimonial, sino de la convivencia diaria con una persona para toda la vida?  

En fin, son cosas que simplemente a mí no me cuadran. 

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