“El amor no sólo debe ser una llama, sino una luz.”
Henry David Thoreau
La firmeza del paso que despierta.
El latido en los sabores nuevos.
Todos los amaneceres por venir.
Fernanda:
He aquí que vimos a los nuestros levantarse
de entre los abismos
y les tendimos la mano
y ahora estamos reunidos de nuevo:
montando el rabo del Halley
¿quién nos va a impedir hacerlo
a nosotros que fuimos a plantar girasoles en Antares
y salimos a jugar con los sátiros?.
¿Quién entorpecerá el abrazo
y el círculo con que
salvemos el mundo, un minuto, una hora, un día, un mes, un año: siempre
y nos traguemos tanta bala
y escupamos semillas de sandía?.
¿Quién dirá que tu voz
no puede arrullar al grillo, a ti que
hiciste temblar al Tifón?.
¿Qué engendro nacerá de la parte inferior de la cama y hará de las suyas sin ser perseguido por dos ángeles?.
Quiero saber quién se atreverá a tomar tantas espadas
sin ser traspasado por una sonrisa.
Esta palabra que te ofrendo,
es lo poco que
entre las tormentas,
ha sobrevivido: la memoria
de todo lo que se inició cuando la luz
quiso vivir en nuestra casa.
Oh fulgor al que veo cobrar fuerza.
Oh sol con el tamaño que quisieron darle a la hecatombe
y no pudieron.
.
Oh grito de estrella
que se abre paso cada noche.
Tú: orilla de varios mundos.
A ti te hablo, con todo el amor que poseo.
Y sé que puedes escucharme.