Por: Juan Pedro Salazar
@juaninstantaneo
“Yo fui el primero en decir: no era penal, ¿qué hago?”
A don Miguel Herrera se le olvida que sí había muchas decisiones que tomar para “hacer algo”. Bastaba con decirle a Andrés Guardado que, por honestidad y honorabilidad al juego, fallara, pues estaba consciente de que un equipo no podía empatar con un penal inventado, sacado de la ¿manga?, y que atentaba contra aquella banderita azul del Fair Play.
Había mucho qué hacer. Por ejemplo, aceptar que gracias a la ayuda arbitral pasó a la ronda de semifinales y final. También, disculparse con la afición, equipo y cuerpo técnico panameño y exigir equidad porque más allá del negocio que representa la selección tricolor en la final del torneo de Concacaf, más allá de la jugosa taquilla del próximo domingo, está la limpieza del juego, justo en tiempos donde la pelota está manchada por el lodo de la ambición y corrupción.
¿Más? Evitar la vacía justificación de “si otros me lo hicieron, yo también”. Si Robben se tiró en Brasil 2014, yo también, afirmaría Oribe Peralta tras el partido de cuartos de final contra Costa Rica; si Francia calificó al mundial de Sudáfrica 2010 con un anotado por la mano, nosotros también, diría, hoy, Miguel Herrera para hacer menos evidente su falta de honestidad. Me pregunto, ¿vale la pena reducirse al nivel de aquellos que nos hicieron daño para infringir uno similar a otras personas?
México no jugó bien –ni lo ha hecho durante toda la Copa Oro-. México no propuso y genera más dudas y miedos que certezas. México no merece disputar la final porque llegó a ella como cómplice de una trampa. El villano no es sólo el árbitro Mark Geiger, la Concacaf o Andrés Guardado, también lo es Miguel Herrera, quien decidió callar y negar que sí pudo haber tomado decisiones que respondieran a su cínica pregunta.
Como con los “cachirules”, el dopaje Carmona-Galindo, el supuesto arreglo del partido final del hexagonal para Alemania 2006, el pacto de caballeros, el pase a semifinales tras un falso penal frente a Costa Rica, el futbol mexicano queda manchado.
Ahora, ¿con qué cara pediremos justicia cuando el boomerang regrese y nos cobre la factura? ¿Cómo exigir piso parejo en Conmebol si en nuestra confederación solapamos el desastre de ayer? ¿Cómo sostener un “proyecto” cuando el “éxito” del mismo depende de fallas arbitrales?
Me pregunto, en caso de obtener la copa el próximo domingo, ¿a qué le sabrá el triunfo a Miguel Herrera?
Y para que vean que sí había algo qué hacer, acá un video:
https://www.youtube.com/watch?v=BSes8pMi6tQ