Por: Ilse Becerril
El pasado domingo cuatro de enero decenas de niños, acompañados por sus padres y otros familiares, se dieron cita en el Ángel de la Independencia para lanzar globos de helio con la esperanza que llegasen donde Melchor, Gaspar y Baltazar; lo peculiar es que en esta ocasión los pequeños dejaron a un lado los juguetes para pedir por la aparición con vida de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, a poco más de tres meses de su desaparición, y terminar con la violencia e injusticias que imperan en nuestro país.
El día lucía con el cielo despejado. Entre risas y bailes de personas que disfrutaban actividades deportivas en paseo de la Reforma, otras tantas se reunían en el Ángel de la Independencia con un mismo objetivo. El reloj marcaba las 12:00 pm cuando niños, de todas las edades, y sus familiares comenzaban. Una mujer joven repartía hojas de colores, plumones y crayolas de todo tipo, así como globos con helio donde resaltaba la leyenda: “Queridos Reyes Magos”. Cualquier parte del piso, escalón o rincón era ideal para sentarse y comenzar a escribir las cartas.
“Mi deseo es crecer y no desaparecer” se leía en una carta; “Pido justicia para toda la impunidad que existe en mi país” se leía en otras. La imaginación y creatividad se hicieron presentes esa tarde, todos escribían distintas consignas, en diversos colores, buscando que se transformaran en deseos; pero no sólo los niños mandarían sus cartas, también lo hacían jóvenes y adultos.
Mientras los asistentes continuaban con sus escritos, los organizadores de #GlobosPorAyotzinapa colocaban, en cada globo blanco, las fotografías de cada uno de los 43 normalistas, para que con ayuda del viento, y junto con los deseos, pudieran llegaran a los Reyes. Los niños se percibían ansiosos por lanzarlos y observar cómo poco a poco se elevarían.
La gente curiosa se acercaba a preguntar el motivo de la concentración y, ¿por qué no?, pedir un globo, papel y plumines. Diversas expresiones se hicieron presentes; niños emocionados, sonrientes y pensativos elegían cuidadosamente los deseos que escribirían en sus cartas, en diversas ocasiones pedían la ayuda de sus padres quienes los alentaban a escribir todo aquello que les llegara a la mente para pedir justicia. Para las personas mayores escribir sus consignas resultaba más sencillo; “Ya estamos hartos”, pronunciaba un señor mientras escribía sobre un globo: “Nos faltan 43”.
El reloj al fin marcaba las 13:00 horas, había llegado el momento de dejar partir los globos con los deseos incluidos, globos de todos tamaños y colores. La cuenta comenzó: 1, 2, 3, 4…43. Las consignas convertidas en deseos, escritas en su mayoría por niños, comenzaron a elevarse; la ilusión era ver cómo iban desapareciendo en el cielo, mas no de la memoria de cada uno de los partícipes.
Entre aplausos y la frase repetida una y otra vez: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” las nubes envolvían cada uno de los deseos enviados a Melchor, Gaspar y Baltazar. Tras unos minutos, el cielo lucía como en un principio, mientras los partícipes comenzaban a alejarse de la misma manera en que los globos llegaban a su destino.
Tres Reyes Magos, el mismo deseo: ¡Vivos los queremos!