Sólo luz:
las paredes desnudas encierran dos cuerpos.
Con bocas que se contemplan
y manos ciegas
toman su piel y la arrojan a las llamas,

se hunden.

El ruido estridente de los roces
sigue el reflejo de sus ojos.
Existen; como cristales que se quiebran y violentan.

Han devorado su inocencia.
Queda sólo el filo que los corrompe,
el espacio los fricciona y los quema.
El silencio los ata.

Sólo luz, después: Nada .

La soledad los contempla en el principio de su vida.


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