Probablemente han escuchado que ahora la gente comparte sus playlist con sus amigos para que puedan sentir que tienen a la otra persona cerca de ustedes; por supuesto que esto también sucede cuando tienes una relación y deciden crear una playlist con todos los temas de amor que tienen para dedicarse.
Generalmente, en estas dos situaciones, – no digo que siempre – suceden estas dos cosas. Si generan un contenido colaborativo, como el que yo hice con mi mejor amigo y mi mejor amiga, la primera semana están emocionados por poner lo que les gusta en ese playlist y posterior a eso, la vamos olvidando.
Ahora, muy de vez en cuando, aparece que alguien ha agregado una canción, y siendo muy franca ya no acostumbro escuchar música que no genera una emoción en mí porque cada uno tiene gustos distintos; uno escuchaba música clásica, otro pop, y en mi caso, rock e indie; por lo que esa recopilación resultaba poco atractiva.
Sin embargo, la otra situación es completamente distinta y hasta significativa: la playlist que creas con tu pareja. Yo tenía una con la persona que salía, se titulaba de una forma muy peculiar: tetos in love; cada uno ponía empeño en mandar las canciones adecuadas para que pudiéramos transmitir, de la forma más tangible, nuestro amor o atracción, y nos sirvió para poder esclarecer lo que queríamos ser o no…
Canciones como “Bonita” de Cabas; “Roma” de Torreblanca; “I follow rivers” de Lykke Li; “Contigo” de Los Panchos, entre otras hermosas letras con increíbles historias, componían nuestro repertorio; no importaba el género, lo importante era tener la mejor recopilación para poder hacernos compañía cuando no estuviéramos juntos. Y me pongo a pensar, ¿cuántos de ustedes no han hecho lo mismo con sus parejas? Creo que desde la época de nuestros padres, con los famosos cassettes o nuestros abuelos con las serenatas.
Lo difícil es cuando termina la relación, no como la recopilación de nuestros amigos que dejamos de escuchar, tal y como cuando silenciamos las conversaciones de nuestros chats, es aún más significativo. Sucede lo mismo como con cualquier red social, bloqueamos a la persona, dejamos de seguirlos en la plataforma en la que estemos conectados y deseamos no volver a escuchar la playlist que nos transportó, en su momento, con el ser amado.
Incluso las canciones favoritas se llegan a tornar una pesadilla; por ejemplo, “Sabes una cosa”, de Luis Miguel, se había convertido en un calvario para mí, junto con otras 38 temas aproximadamente. Pero, ¿saben cuál es la fortuna de la música como en la vida? Que jamás se van a terminar las buenas canciones, ni los buenos momentos, y al final puedes empezar de nuevo, con una nueva recopilación más parecida a nosotros y sobre todo dedicada a uno mismo.