Por: Mario García
@gmarioalbertot
La policía de la ciudad de México atendió una llamada de emergencia. El auxilio era solicitado en un hotel próximo al metro San Antonio Abad. El hombre que pidió ayuda por teléfono era Miguel Lago de 26 años, quien como supervisor del establecimiento entró al cuarto recién desocupado y, al abrir la puerta, descubrió tiradas en el suelo las bragas de una mujer; debajo de éstas, un arma de fuego cuyo calibre no quiso averiguar.
-¿Qué se le olvidó?-, cuestionó Miguel a un hombre que lo abordó en la recepción del hotel.
-Es que no me acuerdo, necesito revisar el cuarto-, respondió el supuesto cliente sin querer decir que era él quien había olvidado el arma en la habitación que dejó minutos antes. La policía estaba presente en ese momento y lo aprehendió.
Miguel prefirió olvidar el hecho para no meterse en problemas legales, ya no recuerda el día o la hora.
–Que se las arregle el MP, no es asunto del hotel- dijo en respuesta a la pregunta de cómo terminó la investigación del caso.
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A sus 24 años, Miguel salió de Galicia, España, por falta de oportunidades laborales y problemas familiares con las drogas. Con el dinero que había logrado ahorrar, gracias a su desempeño como mesero en distintos hoteles de su ciudad natal, compró su boleto de avión y lo abordó tres meses después. Su destino sería la Ciudad de México, confiesa que el continente americano siempre le gustó y se convertiría en su nuevo hogar.
Mediante el grupo llamado “Españoles en México”, de la red virtual Facebook, Miguel buscó referencias sobre dónde encontrar lugares de hospedaje y recomendaciones que sus connacionales le dieron para vivir en una ciudad que hace casi 76 años recibió a 20 mil españoles exiliados. Dice que sus connacionales siempre se ayudan entre ellos. Sin algún contacto con su familia y con el dinero que conservó, trató de hacer rendir la equivalencia del euro en pesos mexicanos.
Por un tiempo tuvo liquidez, gracias al tipo de cambio. Cuando debió ganar en pesos se dio cuenta que el dinero rinde poco porque así como se gana, mucho o poco, es necesario gastar en la misma proporción, algo parecido a lo que vivió en España. –Uno llega de allá creyendo que el dinero rinde más porque el euro vale más, pero es lo mismo porque allá ganas en euros y gastas euros, aquí ganas pesos y gastas pesos- dijo Miguel.
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Abre la puerta de un cuarto desocupado, aún sin ser ordenado por los encargados de limpieza. Los muros crema encierran una cama matrimonial en un espacio de entre seis y 10 metros cuadrados. Las sábanas y las colchas permanecen como en una escena del crimen, no se sabe si fue un delito a la moral o sólo parte de una forma de escapar de la rutina en el marco legal del matrimonio. A diferencia del cuarto 19, éste conserva el espejo lateral intacto después de la noche anterior.
-¿El espejo roto es la única sorpresa que te han dejado los huéspedes desde que trabajas aquí?
-Dejan drogas, las instalaciones eléctricas descompuestas, arrancan el enchufe, hacen corto y queman su piedra aquí; una vez le dieron una patada al tanque de la taza del baño y lo rompieron; también dejan botellas de ron por la mitad, esas las guardas y las tiras. No reciclamos las botellas y las tomamos, dejamos un rato las cosas en su sitio por si regresa el cliente. Si al mes no las reclaman se dejan a la basura o a quien la encontró; una vez dejaron una Tablet, en dos meses no la reclamaron y se la quedó quien hizo el cuarto.-comenta mientras revisa el suelo de la habitación y el baño.
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Casi un año después de vivir en México, Miguel fue a una mueblería para comprar un ropero. Durante la transacción del mueble conoció a quienes le ofrecerían trabajo como supervisor de un hotel, su primer empleo y único hasta el momento. Hoy es uno de los cerca de 95 mil españoles registrados en México ante el consulado de ese país, trámite que debió cumplir desde Guatemala, donde estuvo tres días debido a que, según sus propias palabras, debió cambiar su situación migratoria para poder regresar a México a trabajar.
Miguel estudió el bachillerato en España y no realizó pruebas para la Universidad. Las pocas oportunidades económicas existentes en su ciudad de origen lo encaminaron a buscar nuevos horizontes en un lugar donde no conocía a nadie.
–Allá si no tienes el dinero para poner tu negocio o palancas para entrar al campo laboral no te puedes desarrollar. Hay gente que estudió la carrera de derecho y son meseros- comenta mientras camina bajo la luz solar que un domo permite pasar hacia el lobby del hotel donde trabaja desde hace un año.
Él es un español en México que recuerda de qué huyó cada que algún cliente deja olvidadas sustancias prohibidas en la habitación.