Por Héctor Iván González
Traer a cuento ciertas formas
presenciar la danza de la luz
a través del ígneo calidoscopio
Guardar silencio y oír el agua
que salta en la frente granítica
Seguir con pasos huraños
ahora que insiste el pensamiento
y se aleja entre muros vacíos
entre taludes interminables
que desciende como un puño de arena
como el elogio de la forma
hacia mi certeza resquebrajada
como un pájaro ocre en medio
de una rama
está herido o de tocar claqueos
pía su canto agostado
Una suerte de llanto
un manar latente que no ceja
un difundir un trasiego oscuro
Blanca caligrafía que despunta
da un rodeo y sigue declinando
Espalda que se hiere y se leviga
como en un riachuelo
Frescura umbrosa que festeja
gruta olvidada que infiere
mordida al festín pétreo
monumento a la concavidad
bajo su follaje deslizo palabras
hasta invadir sus hojas de seda
Abandono la conciencia que ase
llego hasta mi silencio neutro
donde el lenguaje pierde sentido