Zapato de día y actor en El Chopo: un personaje singular

En esta historia un par de zapatos y bolsas de plástico dejan sus actividades cotidianas para dedicarse a ser actores.

Por Mario García

No hay luz, la vista sólo distingue a un hombre larguirucho y flaco en su lugar de trabajo. Es un zapatero en su cajonera, canta por si alguien lo escucha en algún remoto lugar. Sus movimientos son delicados, como si quisiera que quien lo viera los grabara en sus recuerdos, con cada detalle del agitar de sus manos.

Cuando termina su trabajo y se marcha, aparecen dos personajes diminutos jugando en el sitio que el zapatero acaba de abandonar. Cada noche, la historia se repite con diferentes aventuras de los dos traviesos duendecillos, quienes se hacen bromas y dejan una sorpresa al hombre larguirucho para la mañana siguiente.

Compañía La Liga-Teatro Elástico presenta una obra para niños donde los diálogos no existen. Las expresiones corporales, pequeñas risas y sonidos emocionales le dan rumbo a las tres historias de “La cajonera”.

El foro del Dinosaurio, en el Museo Universitario del Chopo, es el sitio donde el pasado sábado 17 y domingo 18 de enero; así como los próximos 24, 25 y 31 de enero, la gente de todas las edades, en especial los más chicos, podrán ser parte de esta historia hecha con títeres.

El principal atractivo es cómo un títere no es únicamente un muñeco manejado a través de tablillas e hilos, o un guante con forma de muñeco. En esta historia un par de zapatos y bolsas de plástico dejan sus actividades cotidianas para dedicarse a ser actores.

“La cajonera” muestra un mundo donde la diversión puede encontrarse en lo más recóndito de un objeto de uso común del que nunca imaginamos más de una utilidad. Una bolsa de plástico se convierte en un monstruo en la oscuridad, un par de zapatos en bailarines y la historia que crean en conjunto pone a los espectadores al tanto de lo que continúa en la obra.

Sin ser predecible, el desenlace obliga a que los ojos no vean otra cosa que no es el escenario.

-Llegamos tarde, ya no la vimos completa…-dice una mujer a su madre, una adulta mayor que acompaña a su hija y a sus tres nietos al teatro.
-Venimos mañana de nuevo… o el otro sábado, igual a la una… velos, querían pasar…

Los niños que asisten también forman parte de la historia; no sólo ellos, también sus pies, sus risas, gritos y hasta sus zapatos. La participación es voluntaria.

En los primeros instantes sólo un par de ellos, tímidos, levantan la mano para integrarse a la historia, cinco minutos después, sólo los afortunados que tienen el brazo más veloz se integran, no hay espacio para todos.

Los testimonios de esta historia son las imágenes y las sonrisas, las ganas de ver más, volver a encontrarse y llegar a casa con la intriga de que al dormir, tus zapatos sean el centro de diversiones de dos duendecillos o se pongan a bailar sobre tu cabeza.

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