Diversex: 30 minutos y más

Por: Mario García
@gmarioalbertot

Página de Facebook: Diversex Condonería.
Cortesía de Diversex Condonería.

 

El tiempo corre a distintas velocidades en toda la ciudad de México. En las calles principales del Centro Histórico, por ejemplo, hay horas contadas en segundos y al revés. Entre el alboroto de las avenidas más transitadas de la capital mexicana hay lugares ocultos con un ritmo fuera de la realidad.

 

Con el sol sobre los pasos marcados en la calle Regina, cerca del metro Pino Suárez, un pequeño restaurante se convierte en la máscara de un lugar menos discreto según la moral de cada visitante. En el pasillo que da entrada a este recinto hay unas escaleras abandonadas, mas no descuidadas, que se pierden en el techo del edificio y la única manera de saber a dónde llegan es subiéndolas.

 

Al llegar al primer escalón, la ciudad se pierde en algún lugar del universo y el único sonido perceptible es el de la ropa frotándose con el cuerpo de quien sube hacia quién sabe- en realidad sí sabe- dónde.

 

Las escaleras llegan a su fin y en el primer nivel del edificio, hay una puerta abierta por la que se puede cruzar de uno en uno. Entonces, los sentidos son estimulados, quizá preparándose para lo que vendrá al salir de ese lugar.

 

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Monstruos de dos cabezas, fundas para espadas de colores fosforescentes, garrotes y látigos, lubricantes para pistones…; no, no es la guerra de las galaxias ni un almacén de la policía ni un taller mecánico. Es una sex shop, o mejor dicho, una condonería. Su nombre es Diversex.

 

A diferencia de las sex shops ubicadas con menos discreción en avenidas principales de la ciudad como Insurgentes, Diversex cuida la privacidad de sus consumidores. Afuera todos creen que se entrará a un restaurante; para algunos, la pena invade los huesos de quien echa a la suerte de un volado entrar al edificio o no.

 

Antonio, de un metro con 60 centímetros aproximadamente, gafas y con su cuero cabelludo al desnudo iluminado por el reflejo del sol, es el encargado del lugar. Mientras deja pendiente su conversación de Whats App, pregunta al cliente qué artículo le interesa y abandona su mostrador cristalino, aquel donde exhibe diversos tipos de condones con envolturas alusivas a algún objeto que connote un albur relacionado con el miembro viril. Luego de escuchar lo que desea el cliente, procede a marcarle precios y variedades, siempre contando uno que otro chiste en doble sentido.

 

El local es no mayor a 50 metros cuadrados. Los artículos exhibidos a manera de tapiz en los muros del mismo pierden relevancia cuando, además de los productos para la intimidad, él o Paola, la otra encargada del negocio, ofrecen algo más que cambiará no sólo esa noche, sino las que las siguientes en la vida del consumidor.

 

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Antonio comenta que, en su mayoría, la clientela se compone de mujeres casadas que buscan sustituir la falta de atención de su marido con un juguete que usa baterías y cuyos colores varían. Además, los jóvenes también concurren al lugar en busca de una ayuda para el momento más íntimo de su relación.

 

El apoyo que ofrece esta condonería no se limita a la industria erótica, sino que se traslada también a pláticas, conferencias, terapias y charlas de café para que la originalidad del momento sexual no caduque en 30 minutos y mantenga su vigencia el resto de su vida.

 

Al fundar la condonería, Paola y Antonio decidieron enriquecer su oferta, por ello dan charlas sobre cómo incrementar la imaginación en el acto sexual, otro tema es el uso responsable de los anticonceptivos y campañas de prevención de enfermedades de transmisión sexual, a ellas agregan invitaciones a participar en concursos relacionados con esto.

 

Cuenta Antonio que el proyecto no nació a partir de ese objetivo sino que éste fue creado conforme pasó el tiempo y se dieron cuenta de que podían ofrecer algo más que sólo productos de la industria erótica, cuyos ingresos a nivel nacional oscilan alrededor de los 15 mil millones de pesos, en 2012, según datos del portal Zócalo de Saltillo.

 

El dueño presume el espacio asignado para pláticas dentro del local. Al final de las escaleras en forma de caracol, se encuentra el cuarto con dos sillones, un par de mesitas y publicaciones de Playboy encima de ellas. Las revistas son mostradas por Antonio para ejemplificar las campañas en las que ha participado Diversex a todo tipo de público, la ayuda es tanto para estudiantes como para adultos de cualquier nivel socioeconómico.

 

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Los productos que forran la mitad del establecimiento son el primer paso hacia una nueva forma de disfrutar el amor y la sexualidad. Los gustos y creatividad de cada cliente juegan un papel importante en la forman con la cual seleccionan lubricantes y condones de sabor y olor preferido. Los disfraces exhibidos en la tienda parecen cuerpos inanimados esperando apoderarse del alma de un individuo decidido a disfrutar de su sexualidad. La industria cultural, en su presentación bibliográfica, también aporta un estímulo más que desee experimentar el consumidor.

 

Después de seleccionar algún producto, en Diversex, se puede dar el siguiente paso: las charlas de café con Antonio, Paola y otros invitados que buscan ahondar y enriquecer la experiencia sexual del consumidor. Y es que el romance no se regala sólo un día del año marcado en el calendario sino toda la vida.

 

Si de necesidades y modalidades del amor hablamos, el sexo es satisfecho por varios métodos: prostitutas, gigolós, novios, novias, amigas o amigos cariñosos; para los más aventurados o curiosos, están las condonerías y sex shops. Moraleja, si, por ejemplo en el caso de los hombres, no quieren que a los 50 años tu mujer pida auxilio a un consolador nigga size, a despachar como un campeón y a buscar otra manera de regalar amor.

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