Por: Juan Pedro Salazar
@juaninstantaneo
El tiempo se evaporaba en el fragor de la tensión. Faltaban 23 minutos para el final y parecía que nadie osaba mover el marcador. A través de las pantallas, el estadio reflejaba la calma expectante que oscila entre el grito contenido y el temor a la derrota. El Camp Nou buscaba un héroe.
Ciertas personas suelen convertirse en barreras para otras cuando impiden el alcance de la gloria. A veces los tildamos de némesis capaces de destruir el coraje y temple de los más fieros guerreros o de aquellos que parecen tener magia en los botines, las manos o la boca. Eso era Manuel Neuer para Lionel Messi.
Aquella tarde no era la excepción. Pero las dificultades están hechas para superarse y crecer o consagrarse en el podio de los héroes. Messi lo sabía y estaba dispuesto afianzar ese lugar. ‘Frotó la lámpara’ y el genio deshizo a un oso alemán que ya saboreaba el empate.
Al final, el marcador resultaba escandaloso para el trámite del juego: 3-0 a favor de Barcelona. Medio pase a Berlín, sede de la final de la Champions League de esta temporada, gritaban los aficionados en el Camp Nou.
Pero esta tarde, el Bayern Múnich aspira a una remontada con tintes de heroísmo. En casa, el Allianz Arena, buscará remontar el marcador e instalarse en la final de Champions League. Por su parte, Barcelona tratará de sentenciar el duelo y ratificar la condición de favorito que ha ganado desde que tomó la punta de la liga española.
‘Pep’ sabe que está ante la prueba más importante en su estancia como técnico en Alemania. Luis Enrique puede confirmar que el trabajo es el mejor método para ‘callar bocas’.
De esta batalla entre gigantes, sólo uno saldrá con la victoria: Bayern Múnich o Barcelona.
Negro regreso de ‘Pep’ a su antigua casa
Con toda la rabia contenida por las fallas ante el arquero alemán, tanto en los duelos contra el Bayern Múnich como contra la selección teutona, Messi disparó con su pierna zurda y rompió su racha, la muralla y el empate. Era el 77’ y Barcelona ya ganaba la eliminatoria.
Entonces llegaría el momento de magia, aquel donde el jugador roza la perfección y se alista para la inmortalidad. Sembrado en el campo, Boateng tenía asiento de primera fila para ver cómo Messi sepultaba sus fantasmas, bombeaba el balón a la salida de Neuer, y perfilaba la victoria.
En tres minutos, Barcelona conseguía lo que no pudo en 77: marcar goles. Herido, el oso alemán se volcaría al ataque sin importar las heridas. Desbocado, olvidó que se enfrentaba a un equipo experto en el contragolpe. Y Messi lo volvió a recordar. Con pase filtrado del ’10’ blaugrana, Neymar encaraba a Neuer, lo fintaba y hacía de aquellas piernas, otrora salvadoras, el mejor marco para el tercer tanto de los de Cataluña.
A ‘Pep’ sólo le quedaba guarecerse en la banca y prepararse para el aluvión de críticas que le caerían. El trabajo de los técnicos es así: si te sale eres Dios; si fallas, el más inútil y único responsable de la derrota.
El pitido final llegó y con ella la algarabía de la oncena que venció a su creador. Messi y Barcelona se revelaban ante quien los encumbró en la gloria por varios años. Guardiola, con los ojos extraviados, confirmaba lo que había declarado: a Messi nadie lo para, no existe aparato defensivo que lo anule.
https://www.youtube.com/watch?v=O8PdseE882A