El privilegio de trabajar en casa y salir lo menos posible a la calle por la contingencia de Covid-19, es un privilegio de clase, me siento afortunado porque puedo realizar mis labores sin la necesidad de tener que asistir a una oficina.
Sin embargo, me entristece que no sea igual para todos. Una gran parte de la población que se dedica a trabajar por su cuenta o al comercio informal está forzada a no parar, a exponer su vida y la de su familia en estos momentos de pandemia.
Esta situación de contingencia sanitaria sólo ha evidenciado más la enorme desigualdad de clases en la que vivimos a nivel global y que ha convertido al privilegio de trabajar en casa en el lujo de unos cuantos.