Don Ricardo es la mente maestra y las manos creativas que forjan el fierro, que restauran la pintura y modifican el ADN de un auto.
Sus manos convierten un montón de fierros retorcidos en una obra de arte sobre ruedas. Esas manos son las de un padre, esposo, hermano, de un artista y e hijo que siguió con la más grande tradición familiar: el amor por los autos.
Propietario de Ramírez Racing, es un hombre apasionado por su oficio.
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