El metro. El gran y versátil metro. Contiene un microuniverso reservado para aquellos que realmente quieran mirar. Tiene pizzerías, panaderías, cafés internet, murales, obras de arte, espejos, monumentos, mosaicos, luz y oscuridad; ricos y pobres; niños y ancianos; morenos y güeros; guapos y feos; altivos y humildes.
Habitan en él todos los estilos de personas: chacas y punks; fresas y rockerillos; andrajosos y Godínez; monjas y drags; doctores y analfabetas.
En el metro chilango convive todo aquello que podría considerarse opuesto (aunque realmente no lo es tanto. Todos somos personas, todos sentimos y sufrimos).
Y el metro es de los pocos, sino es que el único lugar que te permite observar tanta diversidad junta, tanta diversidad encerrada de manera subterránea, que es interesante de observar y que es aún más bella de fotografiar.
Y es aquí donde tomé el retrato de mi amiga Lashenka, en un mural de la estación Garibaldi. Espero les guste, y les anime a voltear la próxima vez que se encuentren en una estación, con la intención de buscar un poco de aquel microuniverso que no disfrutamos por ir en la prisa, y en el infernal calor.