Este pequeño punto de plomo,
pedazo de universo,
traza el camino
es el camino;
la única recta que he seguido
veinticinco noviembres de desolación y sombra
donde imperan las variables en un infinito
que nos lleva a ninguna parte
es los residuos, la consolación
la consolidación de la única constante en la existencia de este ser:
tú
es la extensión,
el tiempo extra que le otorgo a este hasta aquí
que pronunciaste con tu muerte
es el aviso, la última oportunidad;
traza la línea que guía al encuentro de tu yo transformado
de ése que esta vez se separó de la bestia y ahora sólo es hombre
y que curva los brazos en una sonrisa para recibir
a este yo que se separó de la flor abierta y ahora sólo es mujer.
es la promesa, el amor más allá del último baile
donde nos desintegramos entre giros para integrarnos
como las partículas de esas estrellas que se devoraron a sí mismas
para dotarnos de luz en las noches abiertas
es el preámbulo de la reencarnación
donde nos reencontraremos en otros cuerpos
libres de pecado y resentimientos.
(No finjamos:
aunque la piel es distinta
cargamos en la sangre los mismos demonios.)