Esos colores líquidos que algún día cruzaron los ventanales,
que atravesaron como peregrinos de una novela los rosetones.
Hoy perfuman su albura en humo y tímpanos de ceniza. Consumieron
su lenguaje de piedra y luz.
Hoy hace 856 años, 0 meses,
y 17 días que los parisinos despertaron con el ruido
de las campanas y los montones de lumbre en polvo.
Las gárgolas de piedra desnuda, los contrafuertes revolucionarios y
medioevos
calcinados por el aire.
Hundida está la Catedral en la barca del Tártaro que desdibujó el río Sena.
Árbol, pájaro
que se convierte en fénix;
campanarios de sonidos rotos por un fuego descalzo.
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