Por Ilse Becerril
Diciembre es un mes que trae consigo fiestas y celebraciones; Noche Buena y Navidad unas de las principales. El personaje que destaca en esta época es, sin duda, ese hombre regordete de edad avanzada, con larga barba y bigotes blancos, que usa lentes y viste un elegante traje rojo y un grande cinturón negro; aquél que no da sino pide abrazos: Santa Claus. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos quién es esa persona que está detrás de ese enorme traje y todo aquello que implica personificar a este protagonista navideño.
En el centro de la plaza comercial, Plaza Las Flores, en Coacalco, al lado del gigante árbol de navidad con detalles azules, se percibe a un hombre alto y barbón, con un traje rojo que llama a los niños y adultos. El lugar donde se encuentra se halla repleto de coloridas cajas de regalos; a todos los presentes les pide un abrazo, los llama, sonríe y pronuncia su tan conocido “Jojojo…” así es, se trata de Santa Claus; todos le llaman así, pero su verdadero nombre es Fernando Solano.
Fernando Solano tiene 45 años de edad; tez blanca y sonrisa pronunciada. Ni tan robusto ni tan delgado. Es de estatura alta, de un metro 70 centímetros aproximadamente. Usa lentes con armazón negro que dejan ver unos ojos claros similares a dos aceitunas brillantes. Cejas pobladas. Barba corta en donde se asoman unos cuantos cabellos blancos. Carismático. Ríe con cada frase que pronuncia. Antes de adentrarse en su personaje viste pantalón de mezclilla, playera gris de manga larga y zapatos cafés.
Se considera imperfecto y de carácter complicado porque a diario trabaja con diversos sentimientos y emociones. Comenta, mientras recuerda que Santa le cambió la perspectiva de vida, pues personificarlo le enseñó aspectos que no conocía de sí mismo. Siempre intenta dar lo mejor y trata de mejorar, como persona, día con día.
También es actor de teatro; estudió durante siete años en el Instituto Virginia Fábregas, en el Instituto Andrés Soler, en los Estudios América y en la Escuela Ensamble Teatral mexicano; tiene 10 años reencarnando en Santa Claus. Inició en éste trabajo gracias a una coincidencia, menciona: hace 10 años, en época decembrina, se encontraba con Rubén, uno de sus amigos actores, realizando un programa de televisión, cuando éste lo miró detalladamente y le dijo:
-Tú tienes el antifaz.
-¿Antifaz de qué o quién?, -le preguntó Fernando.
-De Santa, necesitamos a un actor para que lo personifique, ¿te animas? -le respondió Rubén.
Fernando aceptó. El lugar era en el centro comercial “Mundo E”. Mientras sonríe, recuerda lo terrible que se sintió la primera vez que personificó y conoció a Santa, pues él sólo creía en los Reyes Magos. Resultó sumamente incómodo. Trabajó por nueve horas consecutivas. El traje le pesaba y la peluca y larga barba le provocaban una tremenda picazón. Conforme pasaban los días; uno, dos, tres… se fue acostumbrando hasta cumplir ocho años en el papel del regordete Santa en dicha plaza“Mundo E”.
Ser Claus implica responsabilidad y compromiso. Es un privilegio, va más allá de un trabajo y se convierte en una verdadera adicción, asegura; pues el contacto con la gente, las palabras, los abrazos de los niños, adolescentes, adultos y personas de la tercera edad le hacen percibir un agradable calor. Es algo que “lo recarga de buena energía”, pues siente esa parte positiva de la sociedad. Fernando piensa que al dar y recibir cariño el mundo puede mejorar aun estando en la peor de las situaciones.
A su vez, comenta, ser Claus se trata, también, de una actitud de fe y amor. Durante sus 10 años de trabajo, en diversas ocasiones, ha escuchado a niños que no piden una lista interminable de juguetes sino volver a ver a sus seres queridos que han fallecido, cuidar de su familia, sanar a los enfermos, o una serie de deseos que se vuelven actos de fe. En ese tipo de situaciones sus sentimientos se hallan encontrados. “Las palabras que le digo a estos niños, sin pensarlo ni tenerlo previsto, salen de mi corazón. No se puede ni debe asegurarles o ilusionarles con algo, pero lo que sí puedo decirles es que no pierdan la fe, que no se deben sentir tristes”.
En cierta ocasión mientras realizaba su trabajo en Plaza Satélite, relata, un grupo de jóvenes en estado de ebriedad se acercó a él, le pidieron una fotografía y uno de ellos le dijo “yo no creo en ti, pero de todas formas me tomaré la foto”, a lo que Fernando (en su papel de Santa) le respondió: “¿pero qué crees?, yo sí creo en ti”; inmediatamente el joven comenzó a llorar pronunciando las siguientes palabras: “Ni mis papás creen en mí”; y son ese tipo de detalles que Fernando Claus se lleva consigo para toda su vida.
Fernando enfatiza que para él, lejos del aspecto físico, la actitud es el principal requisito a cumplir por la gente que desee personificar a Santa, pues se trata de compartir con las demás personas ese personaje que se lleva dentro. Se trata de empatizar con la gente y saber escucharlas.
Pero personificar a Claus también implica algunas cosas desagradables. Mientras recuerda frunce el ceño en señal de descontento; algunas veces las personas le arrojan sinfín de objetos o gente se acerca con el afán de agredirlo con palabras y físicamente. La forma en que Fernando reacciona cuando se enfrenta a este tipo de situaciones consta en tres pasos: identificar a la persona que realizó la agresión, mirarla fijamente y sonreírle.
Para Solano, al igual que Santa Claus, la Navidad significa renacer al amor. Se trata de aprovechar las nuevas oportunidades que la vida ofrece a cada individuo, de recapitular en dónde se ha fallado, las acciones que se han llevado a cabo y poner énfasis en los talentos y virtudes.
Durante siete años ofreció su trabajo en una empresa que contrataba a ‘valientes’ que gustaran personificar a Claus. Desde hace tres años decidió independizarse, ahora tiene una empresa propia, que cuenta con tres plazas, la cual llama “Living Hope” bajo el lema “Cada quien ofrece lo que tiene en el corazón”. Actualmente a Fernando Claus se le puede ver en centros comerciales como Luna Parc y Plaza Las Flores en el Estado de México.
Cuando Fernando no es Claus, sino Solano, se dedica de lleno a su familia (esposa y dos hijas) y a la actuación; junto a sus compañeros realiza cine independiente, programas de televisión e internet, da clases de teatro en casas de cultura y a su vez, toma cursos de cine, fotografía, clases de expresión corporal y análisis de textos.
Una vez que termina la época decembrina Fernando deja de ser Fernando Claus y encarna en uno de los personajes que viene el próximo mes: Melchor, y es entonces cuando inicia otros de los trabajos que más disfruta en su vida.
¡¡Gracias! por acercarnos al interior de este hombre que disfruta personificando a Santa Claus. Muchos de quienes “toman” este trabajo lo hacen por necesidad económica por lo que sólo se ponen el traje pero NO SE IDENTIFICAN como lo hace Fernando. Es loable que aproveche esta oportunidad para INTERACTUAR con los que se le acercan, porque quienes actúan agresivamente contra un personaje como Santa Claus muestran su NECESIDAD DE VERDADERO AFECTO y ¡jamás! imaginan que lo recibirán de alguien comoo Fernando. ¡¡Felicidades!!