Aprendí a beber la escasez
de una lata de lluvia.
Lata de lluvia comprada
a diario tras las horas
por el sueldo del espejo.
Aprendí que la lluvia
no se canta acompañado
sino que moja y enfría
la piel moribunda a solas.
Latas con fecha caduca
que van tras el gruñido seco
y se abren sólo una vez.
Hay una escasez de nubes
por la sed de las fábricas
que articulan la vida serial.
Lluvia de lluvia enlatada,
de almacén y sin música
como cierta gente.
Cierta gente incierta y enlatada,
desllovida.