Por: Brandon Pacheco
Pedro Linares era un artesano del mercado de La Merced. Hacía piñatas y Judas de cartón. Un día enfermó gravemente. Estuvo en cama por varios días. Sumió en un profundo y extraño sueño, comenzó a imaginar unas singulares criaturas.
Soñaba con algo parecido a un bosque. Caminaba y veía árboles, rocas, nubes y un cálido cielo azul. Todo se mantenía en calma, no sentía dolor ni pena. De repente, seres extraños y distintos aparecieron ante sus ojos. Eran unas criaturas de una naturaleza muy rara. Un burro con alas, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de perro. Todos ellos gritaban incesantemente una palabra: “Alebrijes”.
Durante todo este tiempo, los alebrijes se convirtieron en parte de la cultura mexicana. Así, cada año, para difundir el esfuerzo y el talento de artesanos mexicanos que producen estas místicas criaturas, el Museo de Arte Popular se encarga de organizar un desfile por lugares emblemáticos de la Ciudad de México.
Este año se llevó a cabo la novena edición del desfile de alebrijes monumentales. Inmóviles en los alrededores del Zócalo capitalino, los artesanos les daban los últimos retoques. La gente comenzó a llegar desde las 10 de la mañana para admirar a estos seres de gran magnitud. Al mediodía, con el sonido de trompetas y tambores, los más de 200 alebrijes partieron a su recorrido.
El andar continuó por las principales calles del Centro de la Ciudad de México. Algunas personas se concentraron en la Avenida 5 de mayo. Otros caminaban con los alebrijes para seguirles la marcha. El segundo punto al que llegó el desfile fue Bellas Artes, en Avenida Juárez, donde varios gritaban emocionados: ¡Alebrijes!
Los espectadores se tomaban selfies, grababan videos y fotografiaban a los inmensos alebrijes. Otros llevaron a sus hijos pequeños y a sus mascotas para ver el desfile que continuó por Paseo de la Reforma, donde, además de los organizadores, la policía de tránsito del Distrito Federal resguardaba la seguridad de los asistentes, pese a algunos reclamos que éstos les hacían porque no podían ver el evento debido a la gran cantidad de gente que había. El desfile también contó con la presencia de diferentes bandas que amenizaban el recorrido con canciones como el son “Arriba Pichátaro”.
A su paso por Reforma, se montaron alebrijes en el costado de la avenida más emblemática de la capital. La gente llegó por montón a ellos. En el Ángel de Independencia concluyó el recorrido que estuvo plagado de color, magia y gente que abarrotó las calles para contemplar las figuras multicolores.
Los alebrijes monumentales continuarán en exhibición hasta el 1° de noviembre de este año en las aceras norte y sur de Paseo de la Reforma. A principios de noviembre se decidirá a los tres ganadores que, tras ser reconocidos, se podrán contemplar en el Museo de Arte Popular, ubicado en la calle Revillagigedo 11.