Circense

Circense
El acto terminó por hundir mi cuerpo de presa en todas las sombras que pisaron mi cuarto. Foto: Pixabay.

Fue poco a poco mi cuerpo
–acaso propio– entre multitudes
volviéndose ajeno. Fueron las manos rozando mi conciencia,
los labios soñadores recorriendo mi carne encendida;
bajaron de mi pecho a mi vientre,
rompieron la soledad,
tomaron mi tristeza y la hicieron suya…
el reflejo entre nosotros se volvió teatro, espectáculo circense
entre el frenesí del público
y los gemidos aprisionados.
Alguien
nos robó las sensaciones,
la piel aprisionada contra el deseo invisible. En la jaula crearon
ovaciones y alabanzas que aclamaron mi destrucción.
El acto terminó por hundir
mi cuerpo de presa
en todas las sombras que pisaron mi cuarto.
Se desfiguró cada rostro que violó mi ausencia,
castigó así
toda piel que secó sus penas en mi sexo.


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