(Ensayo poético sobre un cuadro de Lois Mailou Jones)
Sin angustia.
Sin tristeza alguna,
el insomnio entre mis manos
susurra sottovoce
acerca de lo que resta de este día.
Llevo por corazón un impulso malvado
como de hombre rabioso
cercado por rumores
que dejan al azul
como al más estúpido de los colores.
Mi pecado capital:
ser sombra que habla y se cuestiona,
un vibrar de luz
que no sabe aún
si sube o baja.
Un sollozo me asalta
y,
en un intento por desprestigiar al fruto de la soledad,
mis ojos se preparan para desangrarse
en espuelas saladas de recuerdos
que son como caracoles sagrados
reptando por su baba
sobre lo inerte de un espejo
donde un dibujo hace un guiño
con un eco que me sabe a sentencia.
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