Y se me olvidó
que te escondes en un bolero,
cuando tu demora
excede toda noción de cita,
hartazgo encerrado
en una espera sin agenda previa.
Y se me olvida
que te escondes en un bolero,
negada al encuentro
que sólo una conversación periférica
permite al instante:
pausa que no obedece
el retraso del reloj en el metro.
Y se me olvidaba
que te escondes en un bolero,
background de fantasmas
a la busca de un destino pospuesto
en la prisa atropellada
de la hora pico
y el transbordo en horas 24.
(Después de la cita
tras la marginalia del andén
–con su música de fondo–,
queda como injusto recuerdo
la filigrana de una canción:
“Se me olvidó que te olvidé
a mí que nada se me olvida…”)
Y se me olvidará
que te escondes en un bolero:
sólo el bosquejo de un mensaje
discurre una callada alucinación.
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