Miro por la ventana sin percatar un horizonte sin fango
espero el tiempo donde melancolía y memoria se divorcien.
Olisqueo mis zonas mórbidas, una panacea de azares es mi rostro,
rayos fugitivos de pudor disfrazan la cicuta en mis labios.
Los fármacos ingeridos detienen el temblor en mi cerebro,
la promesa de un porvenir químico ensucia la túnica
de pensamientos grumosos.
La pesadez de mis reflejos confunde cobardía y valor
los nutre de prejuicios conjugados con furias eclosionadas.
Una combustión de lamentos me derrumba, el humo de mis sentimientos
fracturados intenta salir por el cráneo, intenta huir para recrearse.
Miro por la ventana sin percatar un horizonte sin fango,
me he convertido en un espectro sintético,
en una ventisca de recuerdos esfumados en cada pestañeo.
Por eso respeto a la vida pero no puedo tomarla en serio
por eso renuncio a las musas y le escribo a los tostadores
por eso veo pornografía y evito perseguir Madonas prostituidas
por eso bebo, esperando que el alcohol encapsule las partículas
enfermas, para sanar al vomitarlas,
por eso leo, para sostener una conversación ante el espejo.
Vuelvo a mirar por la ventana sin percatar un horizonte sin fango,
pero no es fuera ni dentro el escollo; la tierra y las lágrimas
en mis ojos me han confundido.