El sonido de la campana anuncia su llegada. ‘El Vaquero’ desciende del camión y roba las miradas de las personas que ya lo esperan como cada semana. Hoy viste a la usanza de Rambo, con una camiseta y pantalones de camuflaje arremangados sobre los tobillos. Es Raúl Cruz, el ayudante elegante de la basura.
Siempre le ha gustado vestir bien, sin importar la actividad que desarrolle. Es su manera de disfrutar el trabajo, de divertirse y pasarla de buena manera. Hace 20 años laboraba como albañil hasta el día en que se quedó sin empleo. Días después, uno de sus amigos le ofreció trabajar en un camión de la basura, allá por Casas Alemán, en la Gustavo A. Madero.
Raúl aceptó y desde entonces cada día laboral se disfraza de manera diferente. A veces lo hace de oso panda, médico o cirujano; en otras ocasiones de Santa Claus o de algún personaje de película de terror. Tampoco falta la vestimenta de águila, por aquello de ser seguidor del América.
“Trabajo en la basura”, comenta, “pero no por ello voy a andar todo mugroso. A veces estoy vestido de traje y corbata y la gente me pregunta por qué vengo tan elegante”. Afina la voz y responde: “es que soy ejecutivo; aquí en el camión trabajamos puros ejecutivos”… Sonríe mientras una señora le deja la bolsa negra repleta de deshechos.
A pesar de no recibir un sueldo fijo y depender de las propinas que la gente le da, o del material reciclable que vende, le gusta su empleo: “es bonito porque andas en la calle; sí, tienes tu patrón y todo, pero aquí te diviertes, trabajas a gusto y con música, más”, mientras señala las bocinas que cuelgan de la parte superior del camión.
Elegancia, sinónimo de su nombre
Su clóset, afirma, cuenta con 350 ganchos y cada uno de ellos con dos prendas. La mayoría de esa ropa ha salido de lo que la gente tira. La que le gusta, la aparta y desinfecta para poder usarla. De ese material se ha hecho, estima, 150 disfraces. Más aún, “lo que visto y calzo viene de aquí, tiene años que no me compro unos zapatos o unos tenis… Trajes, corbatas, moños y sombreros, han salido de aquí, de la basura”.
Mientras el camión está detenido en la calle Popocatépetl de la colonia La Pradera, en la Gustavo A. Madero, Raúl destaca que la gente reconoce su sentido del humor y la imaginación que posee para vestirse. A unos metros, un niño lo voltea a ver tras las palabras de su madre: mira, hijo, hoy viene de soldado.
Su primer disfraz fue de vaquero, como su apodo y el nombre del camión; el paso del tiempo lo llevó a probar con el traje de marinero, mesero o catrín. –A mí me gusta más el de osito panda– comenta Cristina Sánchez, quien destaca el ingenio y buen humor de Raúl.
La imaginación del ‘Ayudante elegante’ roba la atención de la gente, quienes, en ocasiones, le toman fotos y destacan la singularidad de su vestimenta: “es que nunca habíamos visto a un barrendero disfrazado o bien elegante”.
Con una sonrisa en el rostro, recuerda el impacto que causó, en los niños, cuando vestía el traje del hombre araña; de Santa Claus, en el lluvioso 24 de diciembre; o del incógnito en el día de brujas.
La vida es bella
Su día comienza a las 5 de la mañana. Se levanta y toma su café. Desde la noche anterior prepara el disfraz a utilizar. Tras arreglarse, se dirige a la oficina para el pase de lista y espera a que el camión lo recoge para comenzar el recorrido por las colonias.
Tras llegar a una parada, dilatan alrededor de 30 minutos, dependiendo de la cantidad de personas que salgan. Después se dirigen a otro sitio para repetir el mismo proceso. La jornada laboral dura seis horas; al concluir, separan el material reciclable de la basura y se dirigen al depósito para venderlo.
La ‘campaneada’ y la venta de material reciclable le deja un promedio de 250 y 300 pesos; si el día fue bueno, junta 500; dinero que debe repartir entre el chofer de la unidad, él y sus dos ayudantes. Sin embargo, no se queja, pues, trabajar en la basura le ha permitido ahorrar y viajar a Estados Unidos y Cancún. Éste último será el destino de sus próximas vacaciones, pues, considera, es el paraíso mexicano.
“Cuidado”, le gritan, mientras esquiva la cubeta que ha caído. La basura se extiende por el piso y Raúl coge la escoba para recogerla. “Vivo solo, no me preocupa nada; como mis hijos ya hicieron su vida, me dedico a estar bien conmigo mismo”. Por eso, cuando su trabajo concluye, llega a casa para darse un baño y dirigirse al cardio o a bailar con su novia, “si voy a algún lado, me visto elegante; por ejemplo, cuando voy a bailar”.
La sonrisa lo acompaña hasta en sus ‘negociaciones’ con las personas que desean que Raúl se lleve el árbol natural de navidad. Tras lograr el acuerdo, sostiene, uno siempre debe sonreír porque la vida en México es bonita, en Estados Unidos se va a sufrir; además, como México no hay dos, finaliza.
La parada ha concluido. Raúl toma su campana y se sube a uno de los extremos del camión. Antes de partir, recuerda un episodio más de su vida: “una vez, cuando me vieron vestido de moñito y toda la cosa, me preguntaron que por qué lo hacía… Contesté: es que soy el ‘Ayudante elegante’”.
¡¡Excelente reportaje!! Nos acercó a la vida de una persona que ¡¡no es común ni corriente!! a pesar de dedicarse a un oficio por muchos desdeñado: recoger la basura. Pienso: si este hombre realiza con tanta creatividad, entrega y alegría su trabajo creo que ¡¡es digno de imitarse!! no precisamente disfrazándonos pero sí acudir a nuestro trabajo reali´zándolo así como Raúl, sobretodo ahora que comienza el año en vez de ir a trabajar refunfuñando. Creo que así la vida cambia y hasta puede significarnos una felicitación o un ascenso. Por lo menos se nos hará menos pesado
Gracias por leer la entrevista. Claro, es un personaje excepcional y que sorprende mucho por la alegría que muestra en su trabajo, hecho que muchos hemos perdido.
Muchos saludos.
Juan P. Salazar.
Que buen reportaje,saber de los personajes anónimos que realizan un trabajo caso ignorado por todos nos acerca a ellos de una manera mas personal y nos hace admirar su dedicacion y respeto a su trabajo..
Sin duda, nos humaniza y acerca a la gente. Además nos recuerda que la imaginación es un arma muy importante para sobrellevar la rutina.
Gracias por leer esta entrevista. La invitamos a visitar y conocer todos los contenidos que realizamos en Los ojos del Tecolote.
Saludos.
Juan P. Salazar.