2018: PRD, un nuevo satélite; Morena, la esperanza del eterno Mesías

Foto: Especial.

Nota del editor: En tres textos, Juan Manuel Aguilar nos hablará del contexto que viviremos este año electoral. Temas como el PRI sin consistencia, la crisis del PAN, el nuevo satélite llamado PRD, el eterno Mesías de Morena y la inclusión de los candidatos independientes en el sistema político nacional, serán los que se aborden a lo largo de tres semanas.
En este abordaje confeccionado para entender cómo se mueven las fuerzas políticas y la posible dinámica política que se avecina, se busca que el lector se informe, reflexione y se sume a la discusión razonada del voto. 

Un nuevo satélite llamado PRD

En el texto anterior hemos notado que las fuerzas políticas del sistema electoral mexicano se encuentran en un serio estado de inestabilidad. Estamos frente a un PRI inconsistente y un PAN en desintegración. ¿Cómo hablar ahora del PRD, un partido que nunca fue sólido y por años ha estado al borde del quiebre?

Si tuviéramos que señalar al partido más deteriorado de los últimos años, inevitablemente pensaríamos en el sol azteca. Desde su fundación, en 1989, el PRD fue el único que nunca afianzó su identidad e institucionalidad, que jamás logró una plataforma política capaz de tener coherencia y regirse en torno a ciertos valores o visión que lo establecieran como una verdadera organización política.

En forma contraria, el PRD siempre fue un partido de liderazgos individuales, en la primera mitad de su vida quien dio cohesión al organismo fue Cuauhtémoc Cárdenas. En la segunda, Andrés Manuel López Obrador. Creado con las sobras o renegados de otros partidos (principalmente del PRI), la entidad se distinguió por sus grupos o “tribus” que siempre lo tenían al margen del conflicto.

A pesar de esta condición, el PRD conquistó el antiguo Distrito Federal en 1997 y entró al juego de la democracia mexicana con un potencial considerable. Para el año 2000 ya era un elemento crucial en la forma de operacionalidad de las elecciones y hasta el año 2012 dio grandes batallas en elecciones democráticas. Ha conservado el gobierno de la capital por más de veinte años –hecho que parece estar destinado a cambiar-. Logró vencer al PRI y el PAN en estados como Michoacán, Morelos, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Con lo que ha gobernado una nada despreciable quinta parte del total de entidades del país. Además de haber tenido una representación considerable de legisladores en ambas cámaras en dos períodos: 2006 y 2012.

No obstante, a pesar de estos triunfos una victoria de mayor trascendencia para el partido parecía lejana. En entidades como Chiapas, Oaxaca o Guerrero sus gobiernos entregaron resultados pobres y fueron evaluados negativamente por los ciudadanos, al final, el electorado los hizo de lado para acercase de nuevo al PRI, e incluso, fue desplazado por actores que antes se pensaba imposible que accedieran a una gubernatura –como el Partido Verde Ecologista de México-.

En los últimos años, el PRD ha vivido una serie de fragmentaciones y ha conciliado una serie de alianzas que en sus inicios parecerían una locura. Accedió a firmar el Pacto por México en 2012 con la intención de ganar espacios en el congreso junto, al PRI y el PAN, para pasar sus iniciativas en el poder legislativo, hecho que derivó en la renuncia de Andrés Manuel López Obrador. Vivió la renuncia de su fundador, Cárdenas, en 2014, hecho inédito en la historia política de cualquier partido político en México. Y en 2016 aceptó subordinarse casi por completo al PAN para que éste se alzará con la principal victoria en varios de los estados que contendieron en elección ese año.

Foto: Twitter @PRDMexico.

Sus últimos líderes, Jesús Zambrano, Agustín Basave y Alejandra Barrales no han logrado promover al partido como el actor estratégico que fue en sus años pasado. Y ninguno de ellos tiene el perfil político y liderazgo necesario para potencializar a la institución entre el electorado en los próximos años.

Para el caso de la Ciudad de México, única entidad donde los gobiernos del PRD rindieron grandes frutos y crearon una urbe moderna, los votantes parecen estar en pleno descontento con el gobierno de Miguel Ángel Mancera, quien a su arribo a la jefatura de la capital desdeñó al partido que lo posicionó al puesto, y coqueteó, y se presentó servil con el Gobierno Federal, sin obtener beneficio a cambio. Por lo que es probable que para este año la ciudad cambie su fuerza gobernante por Morena.

En este escenario, hoy el PRD es un ente alejado de sus años de vigor. Se parece más a una de las pequeñas fuerzas electorales, como el PT o Movimiento Ciudadano. En pocas palabras, se ha convertido en un satélite político, en una fuerza política que no detentará la fuerza que tenía en el pasado y que está destinada a subordinarse a otros actores en el futuro.

El eterno Mesías de Morena

Una vez más, Andrés Manuel López Obrador se presenta a las elecciones presidenciales. ¿Cómo evaluarlo en esta tercera ocasión, después de 2006 y 2012? ¿Qué decir de su situación actual de cara al proceso electoral?

Lo primero que debemos aceptar es que López Obrador está más cercano del escenario de 2006 que el de 2012. Inicia la precampaña como favorito, con una posiblidad de triunfo con más de 15 por ciento sobre sus rivales. Y hay una serie de eventos ventajosos que pueden darle el triunfo en 2018.

El principal de estos sería el desgaste del PAN y el PRI como opciones de gobierno. Pese a las campañas que buscan desprestigiar su imagen, podemos decir que en las últimas dos décadas los principales promotores de su imagen han sido tres individuos: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Los sinsabores de sus gestiones han alimentado la imagen de López Obrador para mantenerlo posicionado y presente entre la opinión pública, a pesar de haber perdido las dos elecciones pasadas.

Por otra parte, es importante señalar que varios de los empresarios que patrocinaron la campaña “Un peligro para México”, de 2006, han desaparecido físicamente o han pasado a ocupar posiciones de menos poder en sus consorcios financieros. Lorenzo Zambrano falleció en 2014 y Servitje en 2017. Emilio Azcarraga-Jean renunció el año pasado a la dirección de Grupo Televisa, e incluso, se dice que empresarios como Ricardo Salinas Pliego muestran ya su simpatía y aceptación a un posible triunfo de López Obrador.

La consolidación de Morena en los procesos electorales ha dado contiendas competitivas, aunque de momento el partido sólo ha ganado diputaciones, senadurías y presidencias municipales. A pesar de eso, su papel en elecciones como la del Estado de México y Veracruz muestran a un partido vigoroso de cara a la elección presidencial. A pesar de estos factores, el principal enemigo de López Obrador siempre ha sido él mismo. Y el escenario de un auto saboteo siempre está presente para sus enemigos.

También, debemos señalar que López Obrador y Morena se han desdibujado de una izquierda de propuestas a una simple fuerza que busca cambiar al actor en el poder. Los actos y discursos de redención a sus miembros de otros partidos que hace su líder enmarcan esa imagen caricaturesca en la realidad del adjetivo de “mesías tropical” que en el pasado le dio Enrique Krauze.

A la par, parece que Morena ha aprendido viejos trucos sucios del sistema político nacional, como el de utilizar a los partidos satélite para ganar al menos un poco más de votos, sin importarle el hecho que estos tengan tan mala imagen para muchos de sus simpatizantes como el Partido Encuentro Social.

Foto: Twitter, @lopezobrador_

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