A estas alturas del mes, es ajeno para muy pocas personas lo ocurrido con Lesvy Berlín Osorio, la joven de 22 años que fue encontrada sin vida en las instalaciones de Ciudad Universitaria.
El hecho indignó a muchos sectores, no sólo por ser un feminicidio, sino por la torpeza de la Procuraduría capitalina que buscó dar “señales de su compromiso con la justicia” al dar de manera innecesaria datos sobre el estilo de vida de la universitaria. Esto provocó la indignación de muchas jóvenes que desataron su ira en redes sociales y dentro de CU.
La situación desató un sinfín de discusiones y debates en varios niveles y en diferentes aristas. Desde aquellas que sin fundamento se vertieron en redes sociales, hasta quienes dedicaron espacios en medios de comunicación tradicionales y virtuales. Todos para asumir una postura, la mayoría apostó a ser políticamente correcto y solidarizarse con Lesvy aunque en el fondo no muchos lo creyeran en realidad.
Pero más allá del feminicidio ocurrido en la UNAM, puesto que el hecho por sí mismo es escandaloso y más si ocurrió dentro de las instalaciones de la institución, lo que preocupa es la impunidad en todos los sectores, en todos los sentidos, para todas las situaciones.
Empecemos por los feminicidios. De acuerdo con reportes del Inegi, publicados por Animal Político y el Economista, del 2000 al 2014 se registaron 26 mil 267 crímenes de género en México, de los cuales, menos del 20 por ciento de los asesinatos son reconocidos en México, según datos de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en colaboración con la plataforma CONNECTAS y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés).
Otro sector duramente lastimado en el país son los periodistas. Del 2000 a la fecha fueron asesinadas 104 personas dedicadas a este oficio, situación que ubica a México en el nivel de países como Afganistán y Somalia, según el New York Times. Y no sólo esa es la principal señal de alarma, sino la cantidad de casos resueltos, pues de 117 casos revisados por entidades federales, sólo se investigaron ocho y únicamente se resolvió uno.
Así podríamos pasar cuartillas enumerando a los sectores vulnerables y sus cifras, sin embargo, aunque todos tienen diferencias considerables, hay un problema en común: la impunidad.
Y es que esta situación provoca no sólo la desconfianza hacia las autoridades, sino el incremento de los crímenes y las faltas, pues ya no hablamos de investigaciones contra Humberto Moreira, Roberto Borge o César Duarte, sino de la ausencia de castigo al delito común, lo que aumenta la desconfianza en la justicia mexicana.
Pero esto es sabido por muchas personas, sin embargo, sobre lo que no se ha querido reflexionar a profundidad es sobre esa impotencia que se convierte en el generador perfecto de un círculo vicioso, cuyos patrones se reproducen desde las faltas más pequeñas, desde aquellas que son meramente administrativas, hasta los delitos más rapaces y dañinos para sociedad.
Y es que, deténgamonos en esto un momento, pues si la corrupción es la lepra contemporánea, la impunidad es la influenza. La sociedad esta sumida en esta gripe mientras se le hacen llagas grandes repletas de pus. Y la lista de víctimas sigue con nombre y apellido; Lesvy Berlín Osorio ya es parte de ese horror.
Así que mientras estas prácticas se reproduzcan de manera común, viviremos en una sociedad enferma cuya única cura no son las expresiones de furia contra paredes, vidrios o autos, sino las exigencias de justicia ante quienes nos representan para que dejen de ser timoratos, omisos y brinden paz a este país que está tan lejos de conocer el verdadero significado de ese concepto.