En un principio fue el silencio. Nadie dijo nada. La luz fue mentira. Hágase el agua, la tierra, los hombres y las costillas. Mentira. Dios era un niño dibujando con crayolas. Una hoja, dos hojas, tres, cien, mil hojas tiradas en el suelo llenas de trazos amarillos, azules y rojos. En un principio fueron los colores primarios. Y dios corría de un lado a otro: “Mira, mamá, el cielo” (una mancha violeta). “Mira, mamá, las estrellas” (puntos negros). “Mira, mamá, los planetas” (óvalos asimétricos). “Mira, mamá, los gusanos” (ondas verdes en medio del blanco). “Sí, hijo, sí. Sigue dibujando”. “Mira, mamá, un señor… Mira, mamá, un cuerpo y otro cuerpo y el cuerpo está sobre el cuerpo… Ésta eres tú”. La madre de dios tomó todos los dibujos y tiró a la basura el universo.
II
Dios era un adolescente que espiaba a su madre mientras se bañaba en el río. En el principio fue el secreto.
III
En el principio fueron las cosas que no se dicen. El sonido de la vergüenza y el castigo. Un cuerpo sobre otro cuerpo. El silencio.
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