Por: César Soto Morales
Para escribir sobre los atentados en Francia, es necesario conocer la situación en Siria, pues ahí está el origen del grupo terrorista Isis, junto con Irak, que se dice está financiado por la CIA estadounidense.
En Siria, el Isis controla más de la mitad de territorio y la mayor parte de las reservas de petróleo y gas de ese país, por lo que constituyen la mayor fuerza opositora al gobierno, junto al Ejercito Libre Sirio, el Frente Islámico y Al-Nusra (considerado la rama de Al-Qaeda en dicha nación árabe).
Los Estados Unidos, así como Francia, Alemania y Reino Unido, tienen fuertes intereses geopolíticos en Siria, tanto por sus reservas de petróleo y gas, como por querer derrocar a ese gobierno que es adversario de su aliado Israel.
Siria vive los efectos del nuevo orden mundial en construcción, donde Rusia y sus aliados en la región de Irán y la organización libanesa Hezbolla, apoyan al gobierno comandado por Bashar al-Asad, mientras los Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea, Turquía e Israel, otorgan financiamiento y apoyo a los grupos opositores para obtener el control del país.
El Isis, autor de los recientes atentados en París, recibe a miles de combatientes extranjeros en sus filas, de los cuales, entre los occidentales, la mayoría son de origen estadounidense; se financia de la venta de petróleo, principalmente a Turquía, y de antigüedades que obtiene en sus incursiones militares y saqueos.
Siria es un estado en plena guerra civil, comparable a los enfrentamientos clásicos de la Guerra Fría en Corea o Vietnam, donde las potencias en curso se enfrentaban, apoyando a los bandos que respondían a sus intereses geopolíticos.
Pero Siria es sólo uno de los escenarios. También en Ucrania están inmiscuidos los Estados Unidos, quienes financian el régimen opositor al gobierno ruso, acción que terminó de enfriar las relaciones entre estas dos potencias globales y sus aliados. Estamos ante un escenario muy cercano a la Guerra Fría de los 80’s, donde los estadounidenses y sus aliados de la OTAN (donde Francia claramente juega un papel fundamental), se encuentran enfrascados en una tensión diplomática y militar con los rusos y los estados que tienen intereses en común con ellos.
Desde 2011, los líderes occidentales declararon a Siria un Estado fallido y no han cesado en atacar política y diplomáticamente al gobierno de ese país, así como sus operaciones encubiertas de suministrar armamento, entrenamiento y financiamiento a los rebeldes que quieren derrocar al gobierno en curso; en 2013 se dio un intento, por parte de las potencias occidentales, de intervenir militarmente, sin embargo Rusia pugnó por una solución pacifica y diplomática.
El territorio sirio, desde 2011, ha sido objeto de ataques terroristas contra civiles que han dejado miles de muertos, un ejemplo de ellos es la masacre de Houla, donde fueron asesinados 108 sirios, incluidos 49 niños; en ese momento no existió una condena internacional como la que vivimos el día de hoy por lo ocurrido en París. Este hecho se le atribuyó al Ejercito Libre de Siria, soportado por los Estados Unidos, contra los civiles leales al gobierno de Al-Asad.
En Siria, la política occidental de destrucción y apoyo a grupos terroristas ha dado como resultado el empoderamiento del Isis y otros grupos terroristas, cuyos métodos son públicamente condenados pero apoyados en privado por los líderes occidentales.
Quien controle Siria, controlará la estabilidad de Medio Oriente, lo que significa poder político y económico sobre los recursos petroleros y de gas natural que abundan en la zona. Los atentados en París, perpetrados por el grupo del Estado Islámico, constituye, a todas luces, una provocación o más bien un pretexto al puro estilo del 11-S, para legitimar una intervención militar a gran escala de la OTAN sobre territorio sirio y arrebatarle a Rusia el poder que está consiguiendo al soportar a ese gobierno que tiene gran importancia en la zona.
Desgraciadamente, la población civil que nada tiene que ver con los intereses de las oligarquías financieras estadounidenses, rusas y europeas, que se disputan palmo a palmo el rico territorio del Medio Oriente, así como sus recursos naturales y el control de las posiciones geopolíticas estratégicas, son los que están pagando las consecuencias y subsidiando, a través de sus impuestos, esta nueva guerra de intereses hegemónicos.
En Siria, hay al menos 230 mil 233 fallecidos, desde 2011, cuando comenzó el conflicto; lo de Francia apenas es una pequeña muestra de lo que el pueblo sirio ha soportado en los últimos años, éste es apenas el inicio de una confrontación de alcance global que se está gestando y amenaza la seguridad internacional de nuestra era.