Solteras y el arte de bailar sola

Solteras inicia con una escena un tanto exagerada: en una boda, un hombre se rehúsa a darle un anillo de compromiso a su novia...

Solteras inicia con una escena un tanto exagerada pero no por ello menos irreal: en una boda, un hombre se rehúsa a darle un anillo de compromiso a su novia por considerar que el matrimonio no es su prioridad, lo que provoca que ésta rompa en llanto y salga de la iglesia literalmente arrastrándose a los pies de quien ya prácticamente consideraba su nuevo marido.

La más reciente cinta de Luis Javier Henaine (Tiempos felices) narra cómo tras su debacle sentimental, Ana (Cassandra Ciangherotti) decide dar un giro en su vida e inscribirse en un curso para conseguir esposo, al cual acuden otras mujeres igual de desesperadas que ella (Irán Castillo, Flor Edwarda Gurrola, Sophie Alexander-Katz) liderado por una mundana y sofisticada casamentera, Lucila (Gabriela de la Garza), quien les enseñará todos los trucos para conseguir al anhelado cónyuge.

A partir de aquí, Solteras explora los lugares comunes de toda chick flick que se respete: los cambios de imagen, el women bond, las salidas y las citas para intentar cazar marido, el encuentro con un gran prospecto, la introspección y el autocuestionamiento y descubrimiento de si no tener pareja es tan malo como parece. Es mucho el mérito de Cassandra dotar a Ana de matices impregnados de ternura, vulnerabilidad y humor que nos permite, si no justificar, al menos comprender un poco de sus acciones.

Y justamente ese es el mérito de la película. Aunque está en la línea de producciones mexicanas como Treintona, soltera y fantástica y Cómo cortar a tu patán, Solteras aborda con gracia y humor (aunque por momentos éste se sobreexplota), los estereotipos de las expectativas de tener pareja y el no tenerla.

¿Es tan bueno estar casado como parece? ¿Es el fin del mundo si pasas de los 30 y aún no hay un anillo de compromiso en el dedo? Aunque Ana y sus amigas tal vez no tomen las mejores decisiones, éstas las ejercen sin el temor de que la sociedad pueda juzgarlas; porque al final, solteras o no, hay que aprender a bailar con nosotras mismas.

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