Es la voz que añoro, la que abraza las sombras y siembra destellos en el aire.
Luego cae perpendicular a la garganta, desarticulando las palabras.
Cuando me miras y no estoy al fondo de mis ojos, habito los páramos de los recuerdos que aún me doblan en dos.
Cuando no estoy aquí, estoy donde aún vibra mi sangre.
Hermana de la nostalgia es la memoria. Porque el camino del olvido va tejiendo espinos.
Pero nunca llega a conquistar las tierras donde la maravilla se clavó bajo las uñas.
No es que no te quiera. No, no es eso. Pero es un único nombre, el que da la perenne forma al amor.
Es el símbolo que nos envuelve en sincrónico compás, el que escapa hacia todo futuro.
Eso que abruma, por indescifrable.
Eso que duele, por inextinguible.
Porque los destinos suelen cruzar a los que se reclaman en el camino.
Sí, te quiero, necesariamente te quiero. Como se quiere el vuelo de un gorrión lejos de casa.
Tal vez lo puedas comprender un día. Es que los fuegos que nos encienden enteros, no se aplacan con los aguaceros.
Y de sus cenizas, regresamos plenos, aún ilesos.
Miriam Mancini en #NidoDePoesía: El Talismán