¿Cuánto más se tendrá que soportar
la trémula palabra anclada entre los labios?
Tan vana es la plegaria del lenguaje,
burdos los pensamientos
ansiosos por nombrar lo que se oculta.
Sincera es la canción del alma enfebrecida
cuando en la noche mira el firmamento roto
y de él emergen, súbitos, los hilos
que entretejen las sombras y la luz.
Qué pobre es el idioma si no puede ofrecer
las oraciones justas que describen
el instante del miedo.
Qué elocuentes las manos, el pulso temeroso,
la garganta, su aliento entrecortado,
y la duda en silencio.
Si pudiera salvarme del ahogo,
salir del mar infértil de la grandiosa idea,
¿retornaría al trino, a mi afónica esencia,
justo como a mi sueño vuelven pájaros
en bandadas que anuncian el estruendo
sin otra ceremonia
que sus alas cortando el tejido del cielo?