Parece el tenue vapor formar
la figura corpórea de una mujer,
te seduce a tomarla,
a apresar y retener,
el sabor amargo,
en tus labios, tu boca.
A sentir el calor abrasador,
a presenciar la batalla,
emprendida contra dioses oníricos.
El esbozo cálido
recorre tu cuerpo,
lento e inexorable,
para recostarse en tu pecho.
Su aroma,
ora amargo y fuerte,
ora suave y dulce,
se queda,
como rasgos brillantes,
que se pegan en la lengua,
y no puedes más,
que recordarle,
todo el día,
o toda la noche.
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