“Si algo me inquieta hoy en la expresión «Tercer Mundo»,
es la degradación que acaso involuntariamente supone. No
hay más que un mundo, donde luchan opresores y oprimidos,
y donde estos últimos obtendrán más temprano que tarde la
victoria”. Roberto Fernández Retamar
“Tú no puedes comprar al viento. Tú no puedes comprar al sol. Tú no puedes comprar la lluvia. Tú no puedes comprar el calor”. ¿Te suena? Claro, “Latinoamérica” de Calle 13.
Para muchos todo un himno, para otros discurso gastado. Lo cierto es que vuelve a poner el dedo en la dolorosa llaga de la colonialidad que arrastramos los países de hablahispana y portuguesa; llaga que nunca se ha de borrar porque nos nombra: Latinoamérica.
Los pueblos que conforman América Latina han sido denominados así porque sus lenguas oficiales, lenguas impuestas por España o Portugal, derivan del latín. La lengua nos nombra y nos define. Aunque Calle 13 quiera apuntar a la interculturalidad invitando a Totó la Momposina (Colombia), Susana Baca (Perú) y María Rita (Brasil) -que hasta se echa su palomazo en portugués-, en el videoclip apenas aparece una pequeña participación de la lengua quéchua, hablada en Bolivia.
Tan solo en este país andino hay 38 lenguas originarias, como en Colombia hay 68 y en México una cantidad similar , así como en otros países de la citada Latinoamérica. ¿Qué significa esto? Que no somos ni lo que creemos ser, pero somos más que eso.
Algo similar reflexionaba el poeta cubano Fernández Retamar en los setenta, cuando escribe sobre los personajes de la obra clásica de Shakespeare “La tempestad”. La historia de Calibán, el bárbaro esclavizado por Próspero, quien invadió su isla, es reflejo fiel de colonizadores y colonizados, de acuerdo con el pensador.
“Próspero invadió las islas, mató a nuestros ancestros, esclavizó a Calibán y le enseñó su idioma para entenderse con él: ¿Qué otra cosa puede hacer Calibán sino utilizar ese mismo idioma para maldecir, para desear que caiga sobre él la «roja plaga»?
“Me enseñaron su lengua, y de ello obtuve/ El saber
maldecir. ¡La roja plaga/ Caiga en ustedes, por esa enseñanza!”
(«You tought me language, and my profit on’t/ Is, I
know to curse. The red plague rid you/ For learning me your
language!»)
Latinoamérica reclama en español: “Tú no puedes comprar las nubes. Tú no puedes comprar los colores. No puedes comprar mi alegría. Tú no puedes comprar mis dolores”. En resumen, “¡Mi tierra no se vende!” y “No puedes comprar mi vida”.
Las pugnas coloniales por hacerse de territorio y población homogénea (misma lengua, misma ideología y costumbres) que definieron al Estado-Nación son, desde épocas neoliberales, transformadas en las pugnas entre las empresas por los recursos naturales que yacen en la tierra a la que fueron desplazando a las comunidades ancestrales, a las que no se quisieron someter.
Neocolonialismo: Desde hace algunos años, grandes empresas transnacionales se disputan agua, minerales, árboles, animales y todo lo que puedan vender procesado, incluso a los pueblos a quienes se los arrebatan, usándolos como esclavos de esta producción.
Lo que queda a Latinoamérica, masacrada incluso en sus propias identidades, es reencontrarse, reafirmarse y organizarse: “Vamos dibujando el camino”… “¡Que viva Latinoamérica!”, nos remontaría a algo transhistórico; de Tupac Amaru, Simón Bolívar, Emiliano Zapata, Ernesto Ché Guevara, Violeta Parra, Ernesto Cardenal, Guillermo Bonfil… “¿Qué es nuestra historia, qué es nuestra cultura, sino la historia, sino la cultura de Calibán?”, se pregunta Fernández Retamar.