Los atardeceres siempre llevarán tu nombre

Los atardeceres
Los atardeceres.

Los atardeceres siempre llevarán tu nombre. Lo descubrí un domingo de marzo, cuando tu cabello, entonces rojo, hacia juego con las tonalidades pasteles del horizonte.

En aquella ocasión, levantaste la cámara de tu teléfono para tomar una foto y yo, indiscreto como casi siempre, apunté la mía hacia ti. La foto vive no solo en la memoria de mi teléfono, también en mi cabeza y cada tanto regreso a ese momento para recordar que la felicidad sí tocó la puerta de mi vida

De aquel día aún guardo más fotos. Tú con los dedos haciendo una V; un changuito naranja sobre tu cabeza y tu incredulidad al ver que no cantábamos contigo las canciones de Los Hombres G.

Si tuviera que ponerle una fecha al día en que sentí que quería conocer todo de ti, creo que esa sería la fecha.

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Días antes, los atardeceres volvieron a hacer de las suyas. Era el día del cumpleaños. El sol ya se escondía, en uno de los marzos con puestas de sol más bonitos que recuerde. Subí a la azotea y tome varias fotos que obviamente te mandé.

Respondiste sorprendida. Aunque, la verdad, habría preferido que estuvieras ahí, para ver cómo la luna ya era un puntito a nada de empezar a dominar el cielo, mientras el horizonte se convertía en un juego de colores pastel.

Pero la vida es así, a veces las mejores historias y amores tienen que escribirse y vivirse de lejos.

Eso no quita que cada atardecer tenga tu nombre. Que cada que mire hacia arriba tenga la tentación de tomar una foto y mandarla. De decirte que aunque no tenga idea de cómo componer canciones, te escribo cada tanto y que los atardeceres siempre llevarán tu nombre.

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