Es raro

Es raro
Foto: Juan Pedro Salazar/ElTecolote.

Tenías razón: raro es difícil de definir, porque no es ni la ausencia de una emoción o sabor, mucho menos la sensación de abandono, tampoco es una felicidad que no alcanza a ser plena ni el deseo de que los sueños se hagan realidad.

Pero creo que si le pudiera poner palabras, o sensaciones, diría que lo raro es tener la plena consciencia de que te conocí tarde, saber que nunca seré eso que busques al despertar, en las noches en que el frío apriete o cuando la tristeza venga a abrazarte.

¿Sabes? También sé que es raro no poder explicar el tumulto de emociones que nacen en mí cuando tus ojos se cruzan con los míos, o cuando por accidente rozo tu mano, o cuando te abrazo sabiendo que quizás pasen semanas sin que lo vuelva hacer.

Hace unos días te dije que mi mente vuelve cada tanto al día aquel que nos conocimos, pero también regresa al momento en que te dije por primera vez que te quería y, ¿sabes?, esa vez sí quería decirte algo: que no te fueras de mí.

Bueno, en ese momento no, pero minutos después sí era lo que más deseaba. Apenas subí a aquel transporte, me atrapó el deseo de bajarme o de pedirte que te subieras, o de que pasara lo que fuera, pero que estuvieras a mi lado.

Aunque luego me da por pensar que ese momento fue hijo del azar, que los protagonistas pudieron ser otros y que fuimos nosotros porque… raro.

Pensé que podía controlarlo, que era solo el deseo rebotando sobre mi cabeza, pero no, fue algo más porque mientras más hablamos, mientras más sé de ti y sabes de mí, el deseo germinó en mi corazón y se convirtió en amor.

Sí. Amor. Con todo el universo que entra en cuatro letras, con el caos de mil huracanes pasándome por encima, con la sensación de que mi ser encuentra la calma cuando estás a mi lado, con la certeza de que la renuncia y el silencio es la mejor manera con la que puedo honrar y vivir lo que siento por ti.

Y la mayoría de las veces me sale. Solo que a veces el fuego quiere salir por mis labios, como si fuera la lava de los volcanes, y gritar que no te vayas, que te quiero abrazar cada una de las noches y los días por venir; que mis manos quieren escribir tu nombre en cada rincón del mundo; descubrirte y contarte historias donde los dos seamos los protagonistas; que mis ojos quieren brillar cada día, como cuando una canica es nueva y recién comprada; que mi corazón quiere volverse un escudo que intente cuidarte de todo lo malo del mundo; que contigo quiero encontrar la definición de lo raro.

Pero no. Porque, ¿quién soy yo para torcer el camino de alguien que ya decidió qué sendero andar? Porque, ¿quién soy yo para cimentar mi felicidad sobre la tristeza y dolor de otros? Porque, ¿quién soy yo para querer robarte un te amo, sembrarlo en mi corazón y mostrar que el amor sí puede jugar a ser eterno?

Así que, mejor así: de lejos, guardando tu sonrisa en mi memoria, tu voz en audios de conversaciones, tu esencia en cada cosa que veo y que me recuerda a ti.

Y quizá así, un día encuentre la definición de lo raro, y de este universo que llevo dentro nazca la historia más bonita del mundo, o al menos, una donde escriba que el peor día de la vida puede ser el mejor si en él están tus ojos.

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