Las tardes tras el sismo del pasado 19 de septiembre parecen negarse a recobrar la normalidad; los rostros aún parecen negados a sonreír y en el aire se respira no la hostilidad de siempre, sino una nostalgia seca, áspera, impregnada de escombros, aún para los que estamos lejos de las zonas de desastre.
Sin embargo, hay quienes se dedican a intentar desprendernos una sonrisa en medio de este caos, y conmigo lo lograron. Ellos son Madera y viento, un par de jóvenes itinerantes (Jorge e Iván) que van por las calles de la ciudad alegrando el andar de transeúntes y comensales, en esta ocasión, en el tianguis de Santa Isabel Tola.
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La canción se llama Odessa Vulgarish.