¿México sin Mexicanos? (Parte 2 de 2)

Por Alejando ‘Koleano’ Malvaez

 

migrantes-mexicanos

 

Este es el México que conocemos, el que niega y odia su raíz española, que piensa en los “gringos” como hijos de la chingada, pero que curiosamente prefiere la tez clara a la morena. Somos mexicanos que hablan español pero aprenden el idioma inglés y crean el ‘Memetl’, escuchan rock y desean ir a Holliwood a triunfar.

 

¿Qué somos la mayoría de los mexicanos sino una suma de culturas que nos han llegado del exterior, de España (que en ese sentido sigue siendo nuestra madre patria) y de los Estados Unidos (que ha fungido como nuestra madrastra patria)?

 

Si somos la suma de mucha influencia extranjera, ¿qué es lo nuestro? Lo que repetimos y hacemos los días 15 de septiembre, ¿sólo somos el día de muertos? O ¿cuando nos ponemos la verde del “tri”?

 

En qué momento nos volvimos una hoja en blanco que recurre al estereotipo cuando no hay de otra, sólo para no separarnos del todo y encontrar un pequeño camino hecho de migajas hacia nuestra raíz.

 

¿Cuándo empezamos a celebrar las tradiciones como si fueran un souvenir, un disfraz para una fiesta de la señora gorda y rica de “Las Lomas” que bien pudo haber hecho la reunión con un tema hawaiano, japonés o hasta hippie?

 

Somos la patria de un solo día y es que es más cómodo ser mexicano sólo de a ratos, porque regresar a serlo implica una deconstrucción de los que intentamos ser, de lo que somos y lo que no podemos ser, de los errores que cometemos y queremos mejorar.

 

Sentirnos parte de nuestra patria sería aceptar las graves dificultades que implica serlo, en un país con muchos Mexicos, de realidades que avanzan paralelas pero por momentos parecieran distantes. Una zona norte donde la región es lo importante, con una relación tan estrecha a una forma de vida que busca la riqueza inmediata, el exceso, la extravagancia de camionetas y “Buchanan´s” para existir en un medio que exige el éxito, esa forma de éxito. El del sureste con su tierra rica y gente pobre, donde la delincuencia organizada encuentra las fracturas necesarias para prosperar. Estos son los puntos más lejanos de una misma vara, la que te mide y señala.

 

En medio de todo esto se encuentra el centro del país, donde se encuentra parte “crítica”, el gran poder político y económico, “Mounstropolis” que sufre día a día la velocidad de una urbe cosmopolita y por momentos tradicional. El área metropolitana y sus alrededores más cercanos que sólo por las noches están ocupadas, la mayoría de las personas se trasladan al “Defectuso” a chambiar y pierden un cuarto de su día activo en traslados apretujados, lentos, desesperantes.

 

Todas las personas que flotan día a día entre el ser o no ser y que probablemente desearían no ser más si esto implica estar en México.

 

¿En qué lugar nos encontramos?, ¿celebramos el orgullo de ser o la idea de lo que es ser mexicano?, ¿reafirmamos el estereotipo con cada celebración?, ¿asumimos la responsabilidad se serlo?

 

Este humilde y confundido extranjero en su propia tierra considera que ahora somos “los otros” y que dejamos de serlo por momentos cuando gritamos ¡Viva México, hijos de la chingada! Que no es más que mentarnos la madre a nosotros solitos. Porque México Lindo y querido si muero lejos de ti… que digan que estoy dormido y que me traigan aquí.

 


Consulta la primera parte aquí: ¿México sin mexicanos?

 

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1 Comments

  1. says: MARISE

    Aplausos, me siento una extranjera en mi propia tierra, que quiere que nos reconozcamos a nosotros mismos como “paisanos”, que no haya una mala mirada por traer otro “look” por creer en otras osas, por comer frijoles con tortillas. MUY BUEN ARTICULO.

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