¿Una de cal?

El Gobierno anunció con bombo y platillo su mayor apalancamiento en lo que va del sexenio: un convenio de colaboración con hospitales privados. Foto: Gobierno de México.

El Gobierno anunció con bombo y platillo su mayor apalancamiento en lo que va del sexenio: un convenio de colaboración con hospitales privados para atender a pacientes de coronavirus.

No es un hecho menor, es la primera vez que se hace una mancuerna de este tipo en este periodo dada la negativa presidencial de trabajar con muchos empresarios y de tener un acercamiento constante con un puñado de los hombres más ricos del país. Entre esos hombres de confianza, no figuraban los nombres de Mario González Ulloa u Olegario Vázquez Aldír, hasta el domingo.

Tanto uno como el otro representan a la Asociación Nacional de Hospitales Privados A.C. y el Consorcio Mexicano de Hospitales A.C. respectivamente, mismos que prestarán durante un mes –del 23 de abril al 23 de mayo– 146 de sus hospitales a lo largo de 27 estados. La ayuda no es gratis y aunque los pacientes no pagarán un centavo, la factura estará a cargo del Gobierno.

Hasta aquí parece que ambas partes han hecho lo que deben hacer… trabajar en conjunto para hacer que el país llegue a buen rumbo ante la crisis generada por el Covid-19. Y es que quienes han mantenido lo doble de la sana distancia han sido ambos protagonistas. Del lado de los empresarios, Gustavo de Hoyos y Luis Niño de Rivera han sido muy críticos ante el freno constante ejercido por López Obrador.

Tal es el problema entre Gobierno y empresarios, que la iniciativa privada ha lanzado un llamado para no pagar los impuestos correspondientes al Sistema de Administración Tributaria (SAT) e interponer recursos legales para lograrlo. En tanto, el Presidente ha dicho que ni la deuda ni la prórroga se efectuará pese a las estimaciones que dadas por el Banco Mundial de una caída del 6.9 por ciento en la economía nacional.

Hasta el domingo, todo parecía que desembocaría en un conflicto que no dejaría a ningún ganador y sí a muchos perdedores, principalmente, la gente de a pie, aquella que sirve en sus empresas y que ahora, buena parte de esa población, alimentará la fila del desempleo calculada en 7.6 por ciento, de acuerdo con pronósticos del banco de inversión UBS.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Por un lado este acuerdo puede funcionar como un poco de oxígeno ante la ahogada relación entre la IP y el Gobierno. Por el otro, hay que hacer memoria que no es la primera vez que AMLO ha desairado a los que, nos guste o no, representan un pilar grande en la vida pública de México, y quienes tienen los medios para hacer más tensa la ya de por sí compleja situación generada por el Sars-Cov2.

¿Será éste el momento en que el Presidente dejará de lado los argumentos disfrazados de ideales para ir en conjunto con un grupo de empresarios que no se caracterizan por ser almas caritativas y sí muy vengativas?

Sólo el tiempo responderá sobre que tan fructífera es esta relación que, citando a los clásicos, está sostenida con alfileres.

Por lo pronto habrá que ser optimistas ante el creciente panorama de personas infectadas por este virus, por la cifra negra aceptada por el propio Subsecretario de salud Hugo López-Gatell y por el tsunami económico que significa que la economía se haya detenido tal y como ya ocurre. Saldremos de ésta.

De a tuit

Toda crisis representa una oportunidad y ésta puede ser la de la 4T. Si AMLO y su gabinete logran incorporar a la mitad de la economía informal actual, puede encontrar una veta para sacar del estancamiento al país. Si no lo logra, esta transformación será todo lo que quieren sus críticos que sea: un fiasco.

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